Los operativos desarrollados por el Ministerio Público y los cuales han sido denominados Anti-Pulpo y Coral, sólo ofrecen una pequeña idea del derrotero que ha tomado la nación a este respecto.
Todavía faltan muchas cosas por escuchar y ver, porque la codicia es tan grande que ya muchos dominicanos, incluidos los funcionarios públicos, no se conforman con sumas pequeñas de dinero que vayan a sus cuentas de bancos o a sus bolsillos.
Estos dos operativos del Ministerio Público ofrecen una idea, tal vez superficial, de lo que ocurre con el Estado dominicano, donde todo el que llega a una posición pública tiene la idea de servirse más que de servir.
Es una verdadera desgracia nacional lo que ocurre en la República Dominicana y sólo falta repasar la fortuna acumulada por el grupo apresado en el último operativo, pero todavía están pendientes tantos casos que evidentemente el Ministerio Público no está en capacidad de afrontar.
Sin embargo, hay que reconocer que los magistrados Wilson Camacho y Yeni Berenice Reinoso han mostrado una disposición de meterles manos a todos estos antros de corrupción que se comen el país.
Lo relevante en estos casos es que los protagonistas de todos estos ilícitos penales son los dirigentes de los partidos, quienes han corrompido los tres poderes del Estado, el legislativo, el ejecutivo y el judicial.
Si en algún sector hay que buscar el no funcionamiento de la democracia dominicana, es en los partidos políticos, cuya mayoría de sus dirigentes son verdaderas lacras, depredadores del patrimonio nacional.
Por esta razón no está mal que se autodestruyan por las peleas grupales y por los intereses personales que circundan su entorno, lo cual podría motorizar una profilaxis en la sociedad que comienza con lanzar al cesto de basura a los partidos políticos.
Los partidos en complicidad con el sector privado son los responsables de la corrupción que ya no sólo prácticamente se traga el país, sino también de imponer falsos valores en la sociedad que han provocado que haya desaparecido la cultura del trabajo y que se haya sustituido el chismo por el talento, así como el egoísmo y la envidia por la solidaridad, la reciprocidad y la hermandad.
No es de lamentar que el PLD camine por el sendero de su desaparición, porque la principal beneficiada de que éste no exista es la sociedad, ya que es como extirpar un cáncer que al final le provoca la muerte al paciente, que en este caso se trata del país.