En medio de la incertidumbre

Por José Cabral

La crisis integral que padece la sociedad crea un nivel de incertidumbre muy grande entre los dominicanos que realmente aman el país.

En la República Dominicana nadie se atreve a negar que lo más perverso, lo negativo, lo inmoral, lo antiético y lo despiadado han tomado tanto cuerpo que crean situaciones que parecen increíbles.

Es un cuadro que no pinta bien, desde cualquier perspectiva que se vea, porque los malos dominicanos hoy por hoy son los que tienen la guía de la nación.

Cualquiera se queda estupefacto por el hecho de que la codicia o la avaricia es una condición que adorna a la mayoría de la gente.

Prácticamente todo el mundo por lo que primero que preguntan es por el dinero que representa para ellos cualquier acción social o política.

En los últimos meses han surgido una serie de movimientos que buscan en convertirse en partidos políticos mediante su reconocimiento electoral, pero no es para trabajar por el bien del país, sino detrás del dinero que entrega la Junta Central Electoral (JCE).

Ese dinero que sale de los aportes de la gente mediante los impuestos que pagan a través del consumo y de otras vertientes de la recaudación fiscal, es dilapidado por los partidos políticos sin que nadie se meta con ellos.

Falsifican documentos para justificar gastos que nunca han hecho y de ese modo engañar a la sociedad y a las autoridades competentes.

Es un panorama que luce muy feo y cuya solución no parece tan fácil, porque aun aquellos que salen perjudicados con esa mala conducta no muestran ninguna disposición de reaccionar frente a los que toman para ellos lo que no es suyo.

En la actualidad hay en el país cerca de 30 partidos políticos reconocidos, pero una cantidad similar recoge firmas para buscar su legalidad, pero no es con un proyecto que procure sacar el país de los males que le aquejan, sino para sumarse a la fiesta de la malversación de los dineros del patrimonio público.

Este fenómeno, incluso, se ha constituido en el principal obstáculo para que se produzca una alianza política que saque el país del atolladero en que se encuentra, porque cada uno de los partidos reconocidos son una especie de isla de poder con intereses individuales que no esconden y que proclaman a los cuatro vientos.

Parece que el destino del país no es otro que aquel que hoy constituye una verdadera desgracia en naciones donde el Estado ha colapsado por situaciones muy parecidas a las que vive la República Dominicana.

Lo peor del asunto es que por el momento no se vislumbra una solución satisfactoria a un cuadro que cualquiera le coge miedo.