El reciente acercamiento entre Washington y La Habana ha puesto a Cuba en la mira del mundo. Un desfile de presidentes, personalidades de la cultura y la política, interés creciente del empresariado… Hasta ahora con un liderazgo económico en el Caribe, República Dominicana se ha mostrado tranquila en sus declaraciones oficiales ante lo que podría representar la entrada a la competencia por la inversión extranjera del país de Martí y los Castro.
“Hay que prepararse para lo peor, aunque no ocurra”, dice el experto en relaciones internacionales Iván Gatón, para quien Cuba ocupa ya un sitial privilegiado en la diplomacia mundial y sostiene relaciones muy estrechas con economías que están empujando al mundo: China, Brasil, Sudáfrica. Sumado esto al interés estratégico de Estados Unidos y Rusia, el panorama es alentador para los cubanos, aunque su infraestructura productiva y turística necesite un desarrollo importante.
Esas limitaciones materiales, para muchos, son la clave por la que República Dominicana no debe sentirse intimidada ante la inminente entrada de Cuba a la competencia por la inversión extranjera. “Para alcanzar el nivel nuestro, que es malo, ellos necesitan un tiempo suficientemente importante. Qué tienen a favor que nosotros tenemos totalmente en contra? Una población que, aunque en proceso de envejecimiento, es muy educada, y sobre la base de la educación se construye cualquier cosa más rápido”, opina el abogado especialista en inversión extranjera, Enmanuel Montás.
En esto coincide con Iván Gatón, para quien Cuba nos lleva ventajas claves: recursos humanos más avanzados, una diplomacia de primer nivel “como un imperio”, que le ayuda en el ejercicio de su política de “poder blando” a través de las ayudas que envían a todo el mundo, mayor territorio y reconocimiento mundial, con un “poder de seducción” hacia un mundo que quiere conocer esa fruta prohibida. Además de un Estado que controla todo y puede ejercer, como China, lo mejor de los dos mundos.
Leyes
La ley de inversión extranjera cubana, revisada el año pasado, no presenta ventajas en sí misma frente al ordenamiento jurídico dominicano, que se compone de una ley de inversión de 1995 y otras sectoriales como las de turismo, zonas francas, o cine, considera Montás.
“El problema no es de ley es de aplicación”, dice el autor del texto Distancia a Frontera, quien subraya las trabas que nos llevan a necesitar entre 45 días y 60 días para abrir una empresa con Registro Nacional de Contribuyentes (RNC), tiempo que se eleva a hasta tres meses en el interior del país.
Igualmente desventajosas son las previsiones legales para el cierre de empresas y nuestras normas laborales y fiscales, dice el especialista.
Para Montás, sectores como el exportador y el turístico serían de los más afectados con la apertura de Cuba al mercado norteamericano y global.
Ruedan las manecillas del reloj y para Iván Gatón, el país debe enfocarse. “Comenzamos a beneficiarnos en 1960 del aislamiento de Cuba con el tema del azúcar. Vamos lento en lo fundamental y creemos que el mundo está esperando por nosotros… tenemos que andar rápido. En el capitalismo se compite”.
¿Invertimos suficiente en sectores como el turismo?
Nuestra ley de inversión debería enfocarse mejor en distribución de riquezas. Para poner un ejemplo, el sector turismo genera en un año, solo en tarjetas de turista, alrededor de RD$5,900 millones que no son necesariamente reinvertidos en el desarrollo turístico. Para obras de infraestructura, pedimos prestado.
¿Qué impacta negativamente a los inversionistas con quienes trabajas sobre el país?
La burocracia. Todo es muy difícil. Tenemos que hacer un esfuerzo muy serio en disminuir la burocracia, que es lo mismo que hablar de corrupción para que las cosas “avancen”.
¿Qué otros problemas nos hacen menos atractivos?
Es difícil ser un destino atractivo con una tasa alta de homicidios y una frágil seguridad jurídica.
listindiario.com