Entra 2020 con incertidumbres, corrupción, pobreza y un peligroso endeudamiento externo.

Ello así, porque lamentablemente en la República Dominicana no hay una sola propuesta que pueda acabar o asumir con seriedad  los retos que implican la falta de una justicia independiente, un sistema de salud y educativo en los que el país luce prácticamente muy rezagado.

En el proceso electoral que habrá de culminar con la elección de las nuevas autoridades municipales y nacionales, no se proyecta una propuesta programático por parte de ninguno de los partidos que tienen posibilidades reales de controlar el Estado.

Tanto el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) como el Revolucionario Moderno sólo fundamentan su campaña en unos eslóganes que no dicen nada, como tampoco lo hace la llamada Fuerza del Pueblo.

Con el Penco estamos Ganados, el Cambio Va y es Pa Fuera que Van, son tres eslóganes que en realidad no dicen nada ni abordan los problemas que más sufrimiento le causan al pueblo dominicano, donde el estado de desesperación  lleva a la mayoría de los jóvenes a  sólo a pensar en irse del país.

La seguridad ciudadana, la corrupción generalizada y la deficiencia en la salud y la educación no son cuestiones para buscarles solución con eslóganes que no dicen nada, pero que además no constituyen una propuesta seria a la problemática nacional.

La política vernácula ha pasado a lo que muy bien se podría definir como una chercha, donde políticos considerados pensantes no son capaces de plantear una candidatura sobre la base de propuestas, lo cual parece haber muerto en el país.

En virtud de esta realidad se hace muy difícil que la República Dominicana tenga soluciones reales a los problemas que estancan su desarrollo, sobre todo cuando también se agrega el hecho de que se ha producido una total inversión de valores.

Revertir esa realidad en el seno de la sociedad dominicana implica el desarrollo de un plan que no puede ser a menos tiempo que veinte años, ya que los esfuerzos en este sentido tienen que comenzar con la construcción de una nueva sociedad sobre la base de un hombre y una mujer nuevos.

Sin embargo, no parece, a partir de la superficialidad con que se maneja la política, que en la República Dominicana pueda producirse un cambio sustancial en la que se pueda detener el curso que toma la sociedad, principalmente por la conducta de la clase política nacional.

De cualquier manera, el año 2020 ha iniciado su curso y sólo falta ver que pasa en el transcurso de los próximos días o meses, cuya mejor medición dependerá de quienes pasen a controlar el Estado, aunque de antemano se puede afirmar que ninguna de las propuestas representa un giro en la desgracia nacional de unas políticas neoliberales y de una complicada inseguridad social, pero principalmente de la incapacidad de los actores de la vida nacional para focalizar sus esfuerzos para sacar a la República Dominicana del gran atolladero en que se encuentra.