La política en la República Dominicana más que un servicio es un negocio, pero con niveles prácticamente del bajo mundo, donde la misma es tan salvaje que nos aleja de lo que se podría decir una sociedad civilizada.
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha sido groseramente corrupto en la administración del Estado, pero lo propio hay que decir de las demás organizaciones de este género que se mueven en el escenario nacional.
La gente se hartó hasta el cansancio de esa forma de manejar al Estado con daños irreparables a la sociedad, pero la historia se repite con todos y cada uno de los que tienen la suerte de llegar al control de la administración pública.
Ahora el control del Estado ha pasado al PRM, cuyo partido es una fiel expresión de lo peor de la República Dominicana, ya que sus dirigentes y funcionarios no tienen ningún tipo de valor.
Son irresponsables, desleales, y saben esconderse muy bien para no cumplir con su palabra empeñada, jamás les toman el teléfono a sus amigos y a todos los que contribuyeron con su llegada al poder.
Son tantas las cosas feas que exhiben los perremeistas que se hacen imposible de enumerar, lo que sí se puede asegurar es que su comportamiento es tan distante de lo que necesita el país que no deja ninguna duda de que fracasarán en la conducción de los destinos nacionales.
Los perremeistas hasta pruebas en contrario son peor que lo que menos sirve de la política nacional, aunque en ese mismo nivel se encuentran prácticamente todos los partidos tradicionales y también los llamados alternativos.
Podría decirse que el escenario político nacional está tan contaminado que prácticamente nadie sale ileso del tremendo lodazal que impacta tan negativamente a la sociedad.
Los partidos políticos, podría decirse, que son una expresión de lo mal que anda el pueblo dominicano y nadie puede negar que así es, pero amplios segmentos de la sociedad están a la espera de que las cosas puedan cambiar.
Y aunque parezca difícil, por no decir imposible, los dominicanos están compelidos a que ese cuadro cambie con su esfuerzo para que la mayoría de los protagonistas de esa forma de ver la vida sean por lo menos excluidos de la posibilidad de que vayan a dirigir el Estado.