AFP
Senadores de Florida piden al gobierno estadounidense que les otorgue un estatus migratorio temporal, aunque el presidente tiene antipatía por este beneficio
Una mujer llora al contemplar los restos de su hogar tras el paso del huracán Dorian, en High Rock, Gran Bahama.
La desolación que dejó el huracán Dorian en Bahamas se está convirtiendo en frustración por la lentitud y escasez de la ayuda, en medio de un creciente sentimiento contra los inmigrantes haitianos que, una vez más, lo han perdido todo.
“Soy una víctima, necesito ayuda, tengo cuatro hijos y mi esposa”, implora Blondel Vincent, un haitiano con nacionalidad bahameña que lo perdió todo, menos la vida y la familia, en la furiosa tormenta de tres días.
El carpintero de 41 años se refugia con su esposa e hijos en una iglesia bautista en un vecindario de mayoría haitiana en Nassau, la capital, adonde han estado llegando los habitantes de las islas del norte de Bahamas que quedaron destruidas por la crueldad de Dorian.
Normalmente, los huracanes llegan y se van en unas horas. Pero Dorian se estacionó cruelmente sobre el norte de Bahamas. Cuando al fin se fue el martes pasado, dejó el horror. Las islas de Ábaco y Gran Bahama -según describen sus víctimas- parecen haber sido bombardeadas.
“La gente dice que sufrimos un huracán”, dice Timothy Ronny, otro desplazado de la isla de Ábaco que ahora se refugia en la iglesia Calvary Baptist de Nassau. “Eso no fue un huracán. Eso fue una tormenta de tornados. Fueron tornados y un tsunami”.
Por el momento las autoridades han dado cuenta de 50 fallecidos, aunque se espera que esa cifra aumente significativamente a medida que avancen los trabajos de recuperación. Contar los muertos, ha dicho el gobierno, no es la prioridad.
Hasta el domingo, 2.500 personas habían evacuado de las islas azotadas por Dorian y el gobierno está buscando la manera de albergarlos porque los refugios en Nassau están llenos. Se manejan opciones como instalar “refugios masivos”, con tiendas de campaña, en las zonas de desastre.
Muchos de los damnificados son haitianos que vivían en un barrio de chabolas en Marsh Harbour, convertido ahora en una maraña de escombros.
Ellos enfrentan un problema añadido: los que estaban en Bahamas legalmente, perdieron sus documentos y ahora corren el riesgo de ser enviados de regreso a Haití si no pueden demostrar su situación migratoria.
“El gobierno les podría dar (un permiso) de dos o cinco años hasta que se legalicen”, dijo a la AFP Darlier Dorval, el encargado de negocios de la embajada haitiana en Bahamas. “Algunos perdieron su pasaporte o su permiso de trabajo (…) Y los bahameños y los haitianos, son todos víctimas”.
Hablan y no pasa nada
Para dificultar más su situación, los haitianos en Bahamas, así como los que han emigrado a las demás islas del Caribe, enfrentan la frecuente xenofobia de sus anfitriones, quienes recelan de ellos por prácticas que les son ajenas, como el vudú.
Por ejemplo, un hombre interrumpe la entrevista que AFP hace a Vincent para gritar a la cámara que los haitianos son culpables de las desgracias que padecen, incluyendo el horrendo terremoto de 2010.
“La gente de ese país no tiene Dios”, gritó, antes de irse sin dar su nombre. “¡Los haitianos están ocupando todos los refugios! ¡No sirven para nada!”.
Vincent escucha sin inmutarse y replica, con mesura: “Esto me hace sentir mal. Yo también soy ciudadano y toda mi familia es haitiana. También soy una víctima y necesito ayuda”.
El pastor Walter Lucien, quien es haitiano, dice a la AFP que estas escenas son frecuentes y reclama que la ayuda del gobierno ha sido lenta.
“Ellos vienen, hablan, y luego no pasa nada. Recién hoy llegaron unas camas. Prometieron traer comida y esas cosas, pero nada”, cuenta el religioso. Su iglesia suspendió los servicios para albergar a un centenar de refugiados, entre haitianos y bahameños.
En efecto, todos están teniendo la misma tragedia. Es lunes de tarde y los desplazados tienen apenas una taza de té en el estómago.
Corre entre ellos el rumor de que Canadá recibirá a los desplazados, pero una portavoz de la oficina de Migración, Refugiados y Ciudadanía de Canadá dijo a la AFP que no hay “medidas en efecto” para los afectados por Dorian en este momento.
Entretanto, senadores de Florida piden al gobierno estadounidense de Donald Trump que les otorgue un estatus migratorio temporal, aunque el presidente tiene antipatía por este beneficio.
“Entonces, cuando ya no nos puedan ayudar (en la iglesia), ¿nos dejarán tirados en la calle?”, se preguntó Ronny, que es pescador. “¿15.000 personas de Ábaco estarán en las calles de Nassau? ¿Sin trabajo para nadie? ¿Qué vamos a hacer? ¿Robar, prostituirnos?”.