Son muchos los delincuentes que no se sienten bien con que sus casos se conozcan ante tribunales de los Estados Unidos.
La razón es muy clara y se trata de la severidad que exhibe la justicia de la potencia más poderosa del mundo.
Y si se analiza la razón de ese comportamiento de los jueces estadounidenses, fácilmente se llega a la conclusión de que la causa de esa fortaleza de la justicia de ese país tiene que ver con sus características social y económica.
Son muchas las veces que este periódico ha dicho que el estadounidense es el primer Estado que se forma en el mundo netamente capitalista sin influencias feudales y que en consecuencia ese fenómeno va acompañado de una alta conciencia social.
Esta es una de las razones por la que el Estado norteamericano envía permanente el mensaje de que aquel que quiera ser rico debe acogerse al libre juego de la oferta y la demanda, pero jamás por la opción de robarse los dineros del patrimonio público.
Este meta mensaje es contundente en una serie de escenarios en los Estados Unidos, ya que es el resultado de la existencia de lo que se entiende como una clase para sí, no entre sí, visto el fenómeno desde la sociología política y cuyo principal propósito es preservar una sociedad que privilegia a una burguesía altamente poderosa y con altos niveles de conciencia social.
Sin embargo, el fenómeno Trump como que ha llegado para que todo el que articula toda una teoría al respecte, inicie una revisión de la misma, porque ver a un partido como el Republicano con un discurso tercermundista, como que de alguna manera constituye una especie de negación de las mismas esencias de los Estados Unidos.
Cada episodio del fenómeno Trump desmiente de alguna manera la teoría sobre una sociedad con una clase gobernante consciente de su papel, cuya preservación de ésta parece ser una quimera.
Es un retroceso difícil de entender a partir de lo que caracteriza una sociedad donde nadie puede negar sus avances y desarrollos en los aspectos humanos, científicos, sociales, culturales, económico y se creía también político hasta la salida a la superficie del caso Trump.
Toda esta situación coloca en los actuales momentos al Estado estadounidense ante un gran reto de demostrar que todo esto no es el resultado de un descarrilamiento de una sociedad que vende la idea de que es un ejemplo en el mundo o sencillamente se trata de un simulacro que desdice mucho de la percepción proyectada hasta ahora.
Este diario se atreve a afirmar que el hecho de que Donald Trump no saliera esposado del tribunal federal de Nueva York, significa que por lo menos a nivel de opinión pública él tiene parte de la batalla ganada en contra de la justicia y la institucionalidad de la potencia más grande del mundo.
De cualquier modo, hay que esperar sin un político ultraderechista logra imponer la violencia y los intereses individuales, los cuales se caracterizan por una visión delincuencial, ante la que todo mundo considera la nación con la mayor fortaleza institucional del planeta.
Ya veremos!.