La Usaid es el principal organismo acusado de querer desestabilizar al gobierno de la isla (Foto:Archivo).
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba denunció este viernes que Estados Unidos (EE.UU.) destinó 205 millones de dólares, entre 1996 y 2011, a programas encubiertos dedicados presuntamente a promover un golpe de Estado en La Habana y de esta manera instalar luego su llamada “democracia”.
La Oficina de Auditoria del Gobierno de EE.UU. (GAO, según su sigla en inglés) informó que Washington utilizó este dinero para “programas subversivos diseñados desde instituciones oficiales, para buscar el derrocamiento del Ejecutivo” de la Isla.
El documento reveló que el 87 por ciento de los recursos fueron utilizados entre 2004 y 2012, período en el que la Casa Blanca estuvo dirigida por George Bush (segundo mandato) y Barack Obama (primera gestión).
Este monto, sin embargo, no contempla los 30 millones de dólares con los que se financian las transmisiones subversivas e ilegales hacia Cuba desde las emisoras Radio Martí y TV Martí.
Además, la Cancillería cubana resaltó que tampoco se contabilizan los fondos presupuestarios dirigidos secretamente a programas y actividades de la comunidad de inteligencia que van hacia la política cubana, así como lo que el Ejecutivo norteamericano podría usar en secreto.
«La sumatoria de todos esos fondos daría la medida real de los esfuerzos que aún hace el Gobierno de Estados Unidos para apuntalar una política fracasada, a costa del bolsillo del contribuyente», indica el texto.
El ente cubano expone también que el objetivo de los fondos son “las manos de las desprestigiadas organizaciones contrarrevolucionarias y los sectores más recalcitrantes de la ultraderecha de Miami».
Según el informe en cuestión, bajo el mandato de Obama, la Usaid y el Departamento de Estado han concentrado el otorgamiento de los fondos para los programas subversivos contra Cuba, hacia organizaciones con presencia mundial o en América Latina.
En ese sentido, la Cancillería destacó que los esfuerzos están enfocados en lograr que los fondos cumplan su cometido final, el cual no es otro que promover el «cambio de régimen» en Cuba.
Las autoridades cubanas sostienen que el informe evita identificar cuáles son las organizaciones o programas financiados, dando a entender que se trata de operaciones encubiertas e ilegales.
«Por el contrario, resalta las acciones del gobierno de Estados Unidos para perfeccionar el diseño encubierto y el enmascaramiento de sus planes», señaló la Cancillería en su comunicado.
Según La Habana, otro rasgo distintivo de esos programas subversivos ha sido “el énfasis hacia los proyectos vinculados al uso de las tecnologías de las infocomunicaciones, la creación de blogs y la ampliación del uso de las redes sociales, vía Internet».
Incluso, el Gobierno cubano sostiene que se pretende influir en círculos no mencionados en el informe, como los homosexuales, profesionales, intelectuales y artistas.
Por último la cancillería se pregunta hasta cuándo Washington va a seguir gastando el dinero de sus contribuyentes en planes golpistas, en lugar de “dar respuesta a las expectativas de una relación constructiva y respetuosa entre ambos países».