Generalmente, cuando estamos de compras y nos gusta una pieza, después de apreciar la textura de la tela, revisar la talla y probarnos la prenda, nos detenemos en la etiqueta… la que fija el precio, lamentablemente, pocos consumidores se detienen a observar la otra etiqueta, esa que informa sobre los componentes de los que está hecha la pieza y el lugar de su fabricación.
Sin duda el modelo imperante en la sociedad actual ánima comprar, usar y desechar. Un informe publicado por ‘The State of Fashion 2019’, de la consultora McKinsey señala que, según una encuesta realizada en Reino Unido, una de cada tres mujeres británicas considera “viejas” las prendas tras haberlas usado una o dos veces. Esto plantea que hoy compramos un 60% más de ropa que hace 15 años, sin embargo, desechamos las prendas en corto tiempo.
Según denuncia la ONU, “si continuamos trabajando con el enfoque de negocios actual, las emisiones de gases contaminantes de esta industria aumentarán casi un 50% para 2030”, advierte Elisa Tonda, jefa de la Unidad de Consumo y Producción del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA).
La preocupación por el cuidado del planeta ha dado vida al concepto de la moda sostenible, que parte de la reutilización, revalorización y sostenibilidad de insumos, técnicas y procesos del diseño de indumentaria, para reducir el impacto en el medio ambiente. De acuerdo con la publicación de mayo de 2007 de la revista Vogue, la moda sostenible no apareció para ser una tendencia a corto plazo. “Muchos diseñadores están reintroduciendo métodos con conciencia ecológica a través de la utilización de materiales ambientalmente amigables y métodos socialmente responsables de la producción”, explica la publicación.
Moda sostenible no solo significa ahorrar al momento de comprar o no comprar en exceso, es mucho más que una etiqueta de “Be Green”, la realidad es que el término es más profundo y está relacionado con la conservación de los recursos naturales, el respeto por las condiciones laborales en las fábricas textiles y la disminución del impacto ambiental promoviendo no solo una fabricación de prendas menos contaminante, sino también un consumo más inteligente.
Responsabilidad de los consumidores
Como consumidores podemos aportar para reducir el daño al medioambiente a través de la moda. En marzo de 2019 se creó la Alianza de la ONU para una Moda Sostenible, a través de la que la ONU busca dar un giro al rumbo que ha tomado la industria de la moda, reduciendo sus impactos negativos en el medio ambiente y la sociedad.
El movimiento de la moda sostenible ha comenzado a ser significativo en marcas como Boll y Branch que fabrican sus productos de algodón orgánico y cada vez son más los diseñadores, modelos y celebridades que están expandiendo las fronteras de la moda sostenible: Lucy Tammam, Stella McCartney, Frock Los Angeles, Amour Vert, Edun, Stewart+Brown, Shalom Harlow o Summer Rayne Oakes, son solo algunos de ellos.
Por suerte, está en aumento la cantidad de ciudadanos que han creado consciencia de la necesidad de adquirir hábitos que, multiplicados, tienen un efecto positivo en la estabilidad del planeta. Así que, la próxima vez que vayas adquirir una prenda nueva ¿por qué no miras la etiqueta y te aseguras de que en su fabricación no se ha contaminado el entorno, de que está hecho con materiales reciclables o de que la empresa ofrece un trabajo digno a sus colaboradores, además de que la pieza tenga calidad? Esa, es también una manera de ayudar al medio ambiente.
*Texto original página oficial de la ONU*