AFP
¿Busca el presidente Moon encontrar la forma de vivir más seguro junto a un vecino que se convirtió en una potencia nuclear y no da señales de renunciar a su arsenal?
WASHINGTON. La reanudación de los contactos entre las dos Coreas amenaza con debilitar la estrategia de aislamiento del régimen de Pyongyang liderada por el gobierno de Donald Trump, quien se embarcó en una nueva escalada verbal con Kim Jong-Un.
El presidente de Estados Unidos no opta precisamente por declaraciones conciliatorias cuando se trata de referirse al líder norcoreano, al que apodó “Little Rocket Man” (”Hombrecito Cohete”), en el marco del incremento de las pruebas de misiles balísticos de Corea del Norte en los últimos meses.
Lo mostró nuevamente el martes por la noche con un tuit burlón.
“El líder norcoreano Kim Jong-Un dijo que ‘el Botón Nuclear está siempre en su escritorio’. Alguien de ese debilitado y famélico régimen puede por favor informarle que yo también tengo un Botón Nuclear, que es mayor y más poderoso que el suyo y que mi Botón funciona”, escribió.
Pero en su discurso de Año Nuevo, Kim también anunció un proceso de reanudación de los contactos con Corea del Sur, lo que parece haber sorprendido a Washington, que lo ve con gran desconfianza.
Trump reaccionó con moderación. “Tal vez sean buenas noticias, tal vez no, ¡Veremos!”, señaló.
Luego, su embajadora en la ONU, Nikki Haley, rechazó la perspectiva de conversaciones intercoreanas si no se centran en la desnuclearización de Corea del Norte, calificando la propuesta de diálogo de mero “parche” que no resolverá el problema.
“Posición de fuerza”
La propuesta de Kim resultó el miércoles en la reapertura del teléfono rojo transfronterizo entre las dos Coreas, que no se había utilizado desde 2016.
Para Ian Bremmer, presidente de la consultora Eurasia Group, Kim se siente en condiciones de dialogar con sus vecinos tras afirmar que sus misiles intercontinentales pueden alcanzar territorio estadounidense.
“Siempre es mejor negociar en una posición de fuerza”, dijo.
Desde su llegada al poder hace un año, Trump ha sostenido una campaña de “presión máxima” contra Pyongyang, con sanciones bilaterales e internacionales y una amenaza militar reiterada una y otra vez.
El objetivo declarado es lograr un aislamiento diplomático y económico del régimen de Pyongyang que lleve a hacer concesiones en sus programas nucleares y balísticos.
Pero mientras el presidente estadounidense prometió “fuego e ira” contra Pyongyang, Corea del Sur eligió el pasado mayo a Moon Jae-In, un presidente que apoya firmemente el diálogo con el vecino del norte.
Después del anuncio de Kim, el gobierno norcoreano se declaró listo para conversar la próxima semana sobre la participación de Corea del Norte en los Juegos Olímpicos de Pyeongchang, que se realizarán del 9 al 25 de febrero, así como de otros temas de interés mutuo.
Riesgo de confrontación
¿Busca el presidente Moon encontrar la forma de vivir más seguro junto a un vecino que se convirtió en una potencia nuclear y no da señales de renunciar a su arsenal?
Heather Nauert, portavoz del Departamento de Estado estadounidense, insiste en que no es el caso. “Kim Jong-Un podría estar tratando de abrir una brecha entre dos naciones, entre nuestra nación y la República de Corea”, dijo.
“Puedo asegurarles que esto no sucederá. Somos muy escépticos sobre la sinceridad de Kim Jong-Un con respecto a sentarse y conversar”.
Pero la política de Trump es vista en Seúl como la de “Estados Unidos primero”, no “Corea del Sur primero”.
Bremmer, quien habló hace poco con funcionarios surcoreanos, dijo que existe una posibilidad real de que Seúl acepte congelar sus maniobras militares con los estadounidenses para permitir conversaciones con Kim.
Esta sería una victoria para China y una decepción para Washington, que rechaza cualquier equivalencia entre su presencia militar regional y el programa nuclear de Pyongyang.
En medio de la incertidumbre, los analistas temen que cualquier tropiezo de alguno de los lados provoque un desastre.
“Hay ciertas tendencias que avanzan hacia la confrontación”, dijo Bremmer. “El riesgo de un error de cálculo es alto”, advirtió.
por Dave Clark