A pesar de que ya han transcurrido varios días desde que el domingo la agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) haya publicado una serie de documentos que evidencian las intenciones del gobierno norteamericano de derrocar el gobierno cubano, la Casa Blanca se ha negado a hacer algún comentario al respecto. El silencio por parte del gobierno del presidente Barack Obama es absoluto en cuanto a este tema.
El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, declinó el lunes hacer comentarios sobre el plan que financió el envío secreto de jóvenes latinoamericanos a la mayor de las Antillas, utilizando la cobertura de programas de salud y cívicos, para provocar cambios políticos.
No puedo comentar al respecto porque hay varios puntos inexactos. Los invito a dirigirse directamente a la Usaid se limitó a contestar el vocero presidencial al ser interpelado por periodistas durante la rueda de prensa diaria.
La información revelada el domingo por la agencia de noticias estadounidense Associated Press (AP), refiere que la operación clandestina, iniciada en 2009, puso en peligro a las personas contratadas.
De acuerdo con el informe, la Usaid -señalada por sus estrechos nexos con la CIA-, envió a jóvenes venezolanos, costarricenses y peruanos a Cuba con la esperanza de poner en marcha una rebelión.
Tenían indicaciones de trabajar encubiertos, a veces haciéndose pasar por turistas, viajando por toda la isla en busca de personas que pudieran convertir en activistas políticos, explicó.
Una investigación de la AP encontró que el programa estaba plagado de incompetencia y riesgos.
La Casa Blanca pasó en abril por otro mal momento cuando la AP develó más de mil documentos que confirmaron la creación en 2010 de una red de comunicación promovida por la Usaid, cuyo propósito era hacerse popular entre los jóvenes cubanos y luego «empujarlos hacia la disidencia».
Mediante empresas fachada constituidas en secreto y financiadas desde bancos extranjeros, la entidad desarrolló un Twitter alternativo (Proyecto Zunzuneo), con el objetivo de enviar mensajes subversivos a jóvenes a fin de derrocar el sistema político cubano.