Agencia Efe
ESTADOS UNIDOS.- Hace 25 años el mundo conoció “Grace”, el aclamado y único disco de Jeff Buckley que situó al californiano en la historia de la música, creó una leyenda y regaló una de las versiones más reconocidas, su interpretación del “Hallelujah” de Leonard Cohen.
El 23 de agosto de 1994 salió a la luz el primer álbum de Buckley: fueron 10 canciones que deslumbraron a la crítica por la sensibilidad de sus composiciones y una interpretación masculina fuera de lugar, ya que el artista poseía una de las voces más fascinantes y únicas de su generación.
Versátil, con un amplío rango capaz de viajar desde delicados susurros hasta agudos grandilocuentes, la voz de Buckley era un tesoro que se perdió entre las aguas del río Misisipi.
Al comienzo, las ventas de “Grace” no fueron nada esperanzadoras, pues apenas llegó al puesto 149 en las listas de Estados Unidos, pero con el paso del tiempo inició un camino que lo llevó a convertirse en una obra maestra de todos los tiempos.
Buckley apenas conoció la admiración que ha despertado su trabajo, fuente de inspiración de cientos de artistas, porque murió tres años después, con 30 años y en extrañas circunstancias que encierran un mito de la música que apabulla a melómanos, artistas y creadores.
Desde bandas como Muse, Coldplay o Radiohead hasta solistas como Lana del Rey, PJ Harvey, Rufus Wainwright, Adele, Anna Calvi y Bat For Lashes han nombrado este álbum como una de sus mayores inspiraciones.
“Mi madre era una gran fan, ‘Grace’ siempre ha estado conmigo”, dijo Adele cuando promocionaba su exitoso disco “25”.
También Lana del Rey aseguró en una entrevista con Efe, cuando lanzó su disco “Ultraviolence”, que “lo daría todo” por trabajar con Buckley e iconos como Bob Dylan o Leonard Cohen.
Incluso el vocalista de Coldplay, Chris Martin, admitió en un programa de la BBC que una de las canciones de su primer disco fue una “imitación” del sonido de “Grace”.
“Es un intento descarado de Jeff Buckley. No es tan bueno. Teníamos 21 años y él era un gran héroe para nosotros”, reconoció el líder de una de las bandas contemporáneas más celebradas.
Pero no solo los artistas siguen rindiéndose ante “Grace”, ya que el álbum ocupa un lugar privilegiado en las estanterías de coleccionistas y es difícil no verlo en las ferias de discos que se celebran por todo el mundo.
La admiración por este trabajo también es indiscutible en las listas de discos que pretenden enumerar los mejores de la historia, como las de la revista Rolling Stone, NME y el libro “1001 álbumes que escuchar antes de morir”.
Desde el inicio con la ondulante “Mojo pin” al rock desatado de “Eternal life”, pasando por el lamento de “Last goodbye”, una de sus canciones más populares, se percibe la identidad de un artista con sello propio que despertó la esperanza de poder disfrutar de un nuevo genio musical, aunque se apagó demasiado pronto.
Además de sus temas propios, Buckley también fascinó con sus versiones. En “Grace” sonó por primera vez la interpretación desnuda que realizó de “Hallelujah”, el clásico de Leonard Cohen, envuelta solamente en una guitarra y la exquisitez de su canto.
Curiosamente este tema nunca fue uno de los más populares de Cohen, pero el genio de Buckley lo hizo volar hacia alturas insospechadas.
“Grace” se grabó en Nueva York, aunque Buckley fue un artista criado en la frenética California de los años 1960.
Su padre, Tim Buckley, también era músico e inspiró su carrera musical hasta el punto de que su primera actuación fue un homenaje a su progenitor.
Tanto padre e hijo murieron jóvenes, el primero por sobredosis a los 28 años, el segundo en circunstancias desconocidas a los 30, ahogado en un río el día antes de grabar su segundo disco. Pero “Grace” se volvió eterno.