SANTO DOMINGO. El gobierno lanzó a las calles, desde el viernes pasado, 7 mil soldados a patrullar junto a miembros de la Policía Nacional, en un esfuerzo por contener el incremento de la delincuencia que solamente en el mes de marzo cobró la vida de más de cien dominicanos y 198 heridos, cifras inauditas en los anales policiales.
Se trata de una decisión efectista que busca contener el pánico que se ha apoderado de la población que cada día observa atónita, sin ningún tipo de defensa, atracos, asaltos, espeluznantes asesinatos, que desbordan la capacidad preventiva de las autoridades policiales.
Estos crímenes son amplificados por las redes sociales y los medios de comunicación electrónicos, pues muchos videos son captados con cámaras de teléfonos inteligentes o las instaladas en residencias o negocios, lo que contribuye a aumentar el nerviosismo de la población.
Por sexta ocasión, desde el 2005, se recurre a guardias para combatir la delincuencia. En esa oportunidad se creó el programa Barrio Seguro, que fue abandonado sin ningún tipo de explicación luego de muchos gastos. Lo cierto es que la presencia de militares en labores policiales no ha dado los resultados que se esperan.
La última vez que el gobierno envió a las calles de militares para reforzar la seguridad ciudadana fue el 2 de septiembre del 2016 mediante el “Plan de Seguridad Interna y Ciudadana en Apoyo a la Policía Nacional” cuando se incorporaron mil efectivos que se unieron a otros 400.
El anuncio de la nueva incorporación de soldados al patrullaje fue hecho el miércoles pasado en horas de la noche por los ministros de Defensa, Rubén Paulino Sem, Interior y Policía Carlos Amarante Baret, el director de la Policía, Nelson Peguero Paredes, entre otros jerarcas militares y policiales.
El operativo policiaco militar incluye unidades élites como los Swat, Linces y Topos. El anuncio estuvo acompañado de la consabida amenaza de que se actuará enérgicamente contra la delincuencia.
Cuando la inseguridad ciudadana se desborda el gobierno “resetea” sus planes de seguridad ciudadana con militares en las calles, que cuentan con el aplauso de muchos, pero también el repudio de otros, que descartan a los guardias para acometer labores de orden público.
Efectismo
No se niega que momentáneamente la presencia de militares en la calles le confiere confianza a la población que se siente desprotegida dado que la delincuencia ha tomado las calles.
Empero, esa confianza disminuye a medida que retiran los militares, por razones que nunca se explican. Los militares permanecen poco tiempo en la calles con lo que el efecto disuasivo momentáneo de la criminalidad se desvanece.
Los militares en labores propias de la Policía en las calles han sido criticadas y siempre se concluye que para el gobierno es insostenible económicamente, porque hay que cumplir con el avituallamiento, entre otros que muchas veces se convierten en gastos onerosos.
Otros aspectos que se critica es que estos operativos de seguridad se realicen sin ningún tipo recurso tecnológico ya que se llevan a cabo de forma primitiva, lo que es una contradicción en plena Sociedad de la Información.
Las patrullas deben tener laptops conectadas a la base de datos de la Policía Nacional para depurar a los detenidos lo más rápido posible o determinar si un carro ha sido robado.
Ausencia de planes
La presencia de militares en las calles para combatir la delincuencia en esta ocasión al igual que las anteriores confirma la ausencia de planes concretos en ese sentido.
No se puede negar que la población brevemente tendrá un alivio a la difícil situación creada por la delincuencia, sobre todo en término de confianza, pero muchos se preguntan si se logrará con ello frenar la delincuencia.
Obviamente expertos en seguridad, sociólogos y otros cientistas sociales consideran que para combatir de manera efectiva la delincuencia se requieren planes concretos, libre de la improvisación.
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