Semanas atrás, una comisión de la Cruz Roja Internacional visitó las instalaciones de la cárcel de Guantánamo para conocer el estado de salud de los presos y describieron una situación crítica dentro de la prisión militar, advirtiendo una «crisis humanitaria».
Reclusos reclaman un mejor trato por parte de los guardias de seguridad (Foto: RT)
Este viernes se cumplen 100 días del inicio de la masiva huelga de hambre en la prisión ubicada dentro de la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo, en la que actualmente casi 130 de los 166 detenidos se niegan a ingerir alimentos, para denunciar abusos de los cuales son víctimas por parte de los guardias de seguridad.
La medida de presión de los internos comenzó en febrero pasado, cuando un grupo pequeño decidió iniciar una huelga de hambre para protestar contra el maltrato persistente de los custodios, quienes profanan constantemente el Corán -libro sagrado musulmán- y se apoderan de objetos personales de los presos.
Varios abogados de los internos han hecho saber también que la huelga de hambre es para rechazar el cautiverio indefinido que viven allí, muchos de ellos sin cargos o juicios en su contra, así como otros tantos sin oportunidad de defenderse o estar legalmente representados ante un tribunal de justicia.
Recientemente una comisión de la Cruz Roja Internacional visitó las instalaciones carcelarias para conocer el estado de salud de los presos y describieron una situación crítica dentro de la cárcel militar, advirtiendo una posible «crisis humanitaria».
Mientras las autoridades de la prisión dicen que son 100 los presos en huelga de hambre, los abogados defensores sostienen que la cifra se acerca a los 130, de los cuales al menos 30 son alimentados por la fuerza desde hace semanas y otros cinco están hospitalizados en la misma base.
El Ejército estadounidense reconoció que unos 30 de los huelguistas son alimentados a la fuerza, aunque varios presos han denunciado que el procedimiento es extremadamente doloroso y parece más bien una medida para castigar a aquellos que se niegan a comer.
Durante los procedimientos de alimentación forzada, los presos son encadenados a una silla y luego se les introduce una tubo largo por las fosas nasales que llega hasta el estómago, para así inyectar nutrientes líquidos.
«Estuve enfermo en el hospital de la prisión y me negué a ser alimentado. Entonces, un escuadrón de agentes de la policía militar con equipo antidisturbios, irrumpió y me ataron las manos y los pies de la cama. Insertaron a la fuerza una vía intravenosa en la mano. Pasé 26 horas en este estado, atado a la cama «, relató uno de los reclusos a su abogado.
Otro de los detenidos sostuvo que “nunca olvidaré la primera vez que pasaron el tubo de alimentación por mi nariz. No puedo describir lo doloroso que es ser alimentado a la fuerza de esta manera».
Asimismo, un reporte legal denunció que la decisión final sobre quién será alimentado a la fuerza se deja en manos del comandante de Guantánamo y no de un médico especialista.
La mayoría de los presos de Guantánamo han sido detenidos por las fuerzas militares estadounidenses en Afganistán y Pakistán, a raíz de la ocupación norteamericana en aquel país, so pretexto de eliminar el régimen talibán y traer estabilidad al país.
Días atrás, el presidente Barack Obama volvió a hablar del tema públicamente y prometió, una vez más, trabajar para conseguir el traslado de los 166 presos que alberga Guantánamo y cerrar definitivamente la cuestionada cárcel militar.
Lejos de abrir un diálogo, como piden los abogados defensores, legisladores oficialistas, defensores de los derechos humanos y hasta oficiales retirados estadounidenses; los guardias han endurecido el trato con los presos.
Desde el comienzo de la huelga de hambre, los abogados defensores se convirtieron en la única voz de los presos, que además de mejores condiciones, reclaman ser juzgados o liberados.