Periodismo Interpretativo

Juan Bosch rechazó ofrecimientos muy tentadores

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En una sociedad organizada, con instituciones respetables, hay una clara y verificable división no sólo de poderes sino de puntos de mira proyectados en el devenir como lámparas incandescentes capaces de iluminar la noche misma.

Las sociedades modernas que orbitan bajo esas premisas, que no son perfectas pero que han bruñido claramente sus joyas, llamadas también “instituciones” tienen claro cuáles son sus límites y cuál su horizonte de acontecimientos.

La República Dominicana no goza exactamente de esos avances y sofisticaciones.

Aún le falta un recorrido extenso hasta madurar y serenarse y asumir esa ecuanimidad y comprensión.

Pero el país sí ha tenido líderes capaces de respetar hasta el límite último sus palabras, sus compromisos y sus principios.

Eso no es estar chapado a la antigua ni ser romántico, como pudiera sugerir el comportamiento aprovechado de algunos dirigentes.

Esa conducta es principista, se halla signada por una visión clara de los valores que hacen que una sociedad se guíe por ella.

Juan Bosch- en medio de tanta gente renegada y simuladora-creó una escuela política de comportamiento ético hasta la intransigencia.

Un importante empresario de las finanzas le ofreció colocarlo en el directorio de su banco rutilante.

Se narra que esta fue la reacción inmediata de Bosch:

–       Mira, le dijo, (llamándole afectuosamente por su nombre de pila y con un trato cortés, como quien se dirige a un amigo de toda la vida): lo tuyo son las finanzas, lo mío, la política.

Adicionó después alguna explicación de carácter parabólico y ejemplarizador de las funciones que les asignó la sociedad a ambos.

Ahí terminó la conversación, el ofrecimiento y la lección final que ofrecía un hombre de carácter y de integridad incuestionable (y ahora se hallan, estas virtudes, por encima de sus errores innegables).

Muy pocos políticos dominicanos, incluso de la contemporaneidad, pueden mostrar esa posición inflexiblemente honrada.

Más de uno pactó con las altas finanzas, con el poder económico hasta incluso desplazar su condición de liderazgo hacia el influjo de la pertenencia, del apego y de la distorsión de su rol para sumergirse en el mundo de

la concentración de riquezas al más alto grado.

Las tentaciones han sido variadas, portentosas e imponderables por ese liderazgo capaz finalmente de sucumbir ante los ofrecimientos altamente tentadores.

UN APUNTE: Juan Bosch (echado del poder por un sector oligárquico nacido en una tiranía, cubierto de pánico por la posibilidad de tener que entregar una mínima porción de sus bienes al proceso democrático) nunca transigió respecto a cuestiones que pudieran mostrarlo como un simulador, ambiguo, actor de poses, y mantuvo esa posición hasta el último momento de su vida.

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