Cada cierto tiempo en el país de las improvisaciones y de la falta de planificación estratégica como es la República Dominicana se producen amenazas que sólo se les da importancia circunstancialmente.
Son muchas las situaciones que debían ser parte de la preocupación general y permanente de la gente, pero las advertencias pasan desapercibidas mientras las crisis en los diferentes sectores de la vida nacional se profundizan.
No se puede hablar sólo de un tema, son diversos y variados los que constituyen para la vida de la nación una gran amenaza, todo como consecuencia de que la cultura de la improvisación es la guía del accionar nacional.
Un ejemplo de la deficiencia eterna es el sector transporte, el cual a pesar de haber tenido algunos avances, todavía representa uno de los más graves problemas nacionales, amén de ser una fuente de espantosa de corrupción.
Otro problema que en el país lleva años y que se habla del mismo cuando en otros territorios se producen grandes terremotos, son las frágiles construcciones que se levantan en el país en violación de los protocolos antisísmicos.
Pero todavía perdura como siempre la construcción de edificios y de otros tipos de edificaciones al margen de la ley sobre la materia, sin que nadie haga nada y sólo se debe estar a la espera de la ocurrencia de un gran movimiento telúrico con carácter de tragedia nacional.
Así se comporta la cultura de la improvisación y la inexistencia de un plan estratégico nacional, cuyas consecuencias podrían ser muy dolorosas.
Ahora es el problema de la escasez de agua, pese a que hace años que se advierte sobre el fenómeno, sin que nadie haga nada.
En estos días se han producido lo que podría llamarse ensayos de la falta del preciado líquido, cuyas molestias vuelven loco a cualquiera.
Es un problema muy serio y cuya conducta irresponsable de las autoridades nacionales agravan el asunto, mientras sólo se habla mucho y no se implementa un plan nacional que pueda contrarrestar la gran tragedia nacional que podría representar la desaparición de la isla de la llamada agua dulce, donde la gente lloraría lágrimas de sangre.
Dice una famosa expresión dominicana que no es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar, la cual es aplicable al fenómeno de la falta de agua que se produce en el territorio nacional y cuya agudización parece ser una realidad que impactará a todos y cada de los dominicanos.