Opinión
La Cualquierización del Estado Dominicano.
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Por José Cabral
Abinader en su falta de visión o afán de opacar a sus funcionarios, consciente o inconscientemente, los suplanta en cualquier actividad oficial en la que no se hace necesaria la presencia del presidente de la República.
El asunto es tan grave que el jefe de Estado ocupa el lugar de sus ministros o directores generales cuando hay que hablar de cualquier tema de carácter oficial.
Es como si el presidente no tuviera en que ocupar su tiempo, pese a todas las responsabilidades que tiene cualquier primer mandatario de la nación.
Luis se aparece hasta cuando se limpia una cuneta y pronuncia un discurso como si se tratara de una obra que requiere la presencia del hombre más importante del país.
Esa saturación que produce la presencia de Abinader donde no se hace necesaria la persona del presidente de la República, de alguna manera, cualquieriza la misión y la función del funcionario más importante de la nación.
En realidad, la presencia por doquier para hablar hasta cuando se inaugura una gallera lleva a que se pierda el respeto por la figura del presidente de la República.
No hay ninguna actividad por intrascendente que sea que Luis Abinader no esté presente y hable como si se tratara de una cuestión de una gran trascendencia nacional.
Lo que se ve es que el presidente agotará sus cuatro años de gobierno correteando por cualquier lugar del país sin que su presencia sea necesaria, pero además no permite que sus funcionarios hagan su papel o función.
El caso Luis Abinader en lo que respecta a la cualquierización del Estado es quizás el más grave que hemos tenido durante toda la vida republicana, sólo comparable, en alguna medida, con el que presidió Hipólito Mejía.
El presidente parece que no entiende que un jefe de Estado tiene grandes responsabilidades en el contexto de la planificación estratégica para buscarles solución a los grandes problemas nacionales y que ello requiere que él invierta más tiempo a la planificación y a pensar mejor sus acciones.
Ahí podría estar la explicación de la improvisación que genera tantos reculos del Gobierno en temas de una gran trascendencia nacional, lo cual más que proyectar la idea de que se escucha a la gente, lo que hace es pensar que hay falta de capacidad para dirigir el Estado, lo cual genera además poca confiabilidad cuando se trata del manejo de la problemática nacional.