La Cultura del Fraude

Cada día nos levantamos en la República Dominicana con una noticia sobre crímenes o en torno a la comisión de otro fraude en contra de la sociedad dominicana, de las grandes mayorías nacionales.

Pro-consumidor denunció en el día de ayer que la gente es engañada con la venta de gas, porque las estaciones de expendio le cobra lo que no le da, por lo que ese organismo oficial promueve que ese combustible sea comercializado a través del pesado.

Hoy la información que nos llega tiene que ver con que la azúcar negra es ligada con arena, lo constituye un crimen que merece el peor de los castigos.

Los fraudes son como el pan de cada día, ocurren como si no fuera nada y eso que todavía faltan muchos por descubrir.

La República Dominicana es todo un fraude, desde arriba hasta abajo, en virtud que este flagelo es parte de la degradación moral que prácticamente se traga el país.

Es un asunto tan grave que en realidad no se sabe hasta dónde llega, aunque da la impresión que no hay un sólo sector  social que no sea  una víctima de éste.

Tanto es así que cuando  una  persona se detiene a comprar cualquier  producto, lo primero que se pregunta acaso soy víctima de un  fraude, porque este flagelo está presente hasta en la más insignificante transacción comercial.

Lo lamentable de todo es que parece que éste ha sido impuesto desde las más altas instancias del Estado dominicano, a través del cual se cometen los más grandes delitos de cuello blanco.

Por tal razón, no hay moral para combatirlo, porque el control del Estado se logra a través de los partidos políticos y éstos son un fraude de los pies hasta la cabeza y en vez de enfrentarlo lo promueven.

Ahora son los fraudes con el gas y la azúcar crema, mañana será con lo que jamás se ha imaginado, porque el mismo está presente, tal y como lo afirmó más arriba, hasta en la más insignificante transacción comercial.

El fraude es una cultura  muy difícil de erradicar de nuestro diario vivir.