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La densidad poblacional en la isla la Española constituye uno de los más grandes retos para el Estado dominicano. – La Republica Online

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La densidad poblacional en la isla la Española constituye uno de los más grandes retos para el Estado dominicano.

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Por Elba García

Un estudio hecho sobre la perspectiva de crecimiento poblacional en la isla la Española constituye una verdadera amenaza para la República Dominicana, en virtud de los retos institucionales, migratorios, sociales y económicos que implican para un país con grandes déficits en esta materia.

De acuerdo con la investigación, en la próxima década 2021-2030 las dos naciones que ocupan la isla  tendrán una población  que alcanzaría la suma de 2.1 millones de habitantes.

Este crecimiento poblacional constituye una amenaza para la República Dominicana, ya que de ambas, Haití es la que  presenta una seria crisis humanitaria, pese a que el país adolece de una gama de debilidades que la hacen muy vulnerable frente a una posible huida en masas de sus vecinos por carecer de los instrumentos elementales para  sobrevivir.

Los dos países, es decir Haití y la República Dominicana, tienen un territorio de 76,172 kilómetros cuadrados, cuya parte correspondiente a la hermana nación están en condiciones de improductividad y con el agravante de tener un Estado colapsado.

El fenómeno del aumento poblacional representa una peligrosa amenaza para un país como la República Dominicana, donde en realidad tampoco existe un Estado fuerte que pueda soportar la llegada de cientos de miles de haitianos, que como es normal, vienen acompañado de hambre, desempleo, falta de educación y de una gran variedad de enfermedades infecto-contagiosas y a sabiendas de que  el sistema de salud nacional no está en capacidad de soportar semejante carga.

Se prevé que la República Dominicana para el  año 2030 tendrá unos 804,785 habitantes más, amén de los 10,4 millones  que  se calculan actualmente y la proyección para el 2030 llega a unos 11.2 millones.

Por su parte,  se prevé que Haití pueda tener un aumento en su población de 11.4 millones a 12.7, un aumento de 1.3 millones de habitantes.

Ambos países tendrán para el año 2030 alrededor de 24 millones de habitantes, lo cual constituye una grave amenaza para la estabilidad social e incluso política para ambas naciones a partir de su incapacidad para afrontar la demanda de servicios públicos, agua potable, medicamentos y viviendas.

En el caso específico  del agua, los dominicanos sufren hoy la amenaza de una gran escasez de este preciado líquido como resultado de los altos niveles de contaminación de los recursos acuíferos, pero ni que decir de los servicios de salud que acumulan grandes deficiencias en el sistema público, así como en lo que respecta al sector vivienda.

A partir de la no  satisfacción  de estas necesidades, la República Dominicana con el impacto de la inmigración haitiana tendría grandes estallidos sociales y en consecuencia inestabilidad política, sobre todo si se toma en cuenta los grandes déficit que tiene el Estado con la sociedad.

La Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) y el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (COLADE), una dependencia de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL), plantea la implementación de políticas publicas bilaterales para afrontar la amenaza que se cierne sobre ambas naciones.

Sin embargo, Haití es muy poco lo que puede hacer en razón de que carece de un Estado que pueda hacer algún tipo de planificación, a menos de que se trate de un proyecto que involucre la comunidad internacional, principalmente a Estados Unidos y Europa que son los principales responsables de la tragedia que vive la hermana nación.

A pesar de que ambas naciones tienen marcadas diferencias en lo que respecta a su Producto Interno Bruto (PIB), lo cierto que hay mucha similitud entre la crisis haitiana y la dominicana si se analiza a partir de los bajos   niveles de regulación, fiscalización e institucionalidad de los Estados de las dos naciones.

En términos de los problemas medioambientales,  Haití está en medio de un territorio totalmente deforestado y lo mismo podría ocurrir con la República Dominicana, lo cual también reclama el concurso internacional para superar la crisis que afecta a toda la isla, pero tal vez habría que afrontar el asunto de manera separada.

La propia falta de institucionalidad del Estado dominicano hace prácticamente imposible implementar políticas migratorias que impida que el haitiano entre ilegalmente al territorio dominicano y aumente los cinturones de miseria y en consecuencia haga colapsar más  el sistema de salud.

No es que no se puedan diseñar políticas bilaterales en algunos aspectos, pero cargar la crisis haitiana a la República Dominicana es complicar la situación de una nación que tampoco anda bien y que requiere de medidas muy severas y profundas para resolver sus problemas.

La inversión en la frontera podría ser un paso importante para ambas naciones, sobre todo mediante la construcción de empresas que reduzcan el desempleo, pero resulta prácticamente imposible que un país con serios problemas de pobreza y de institucionalidad pueda asumir también los de su vecino.

La República Dominicana es una nación con grandes amenazas en su contra, dado que tiene altos niveles de endeudamientos, la insatisfacción de profundas necesidades sociales e impactada por una crisis integral, que va de lo ético-moral  hasta lo social, económico y político, cuya carga haitiana crearía una situación insoportable.

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