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La especulación, el agiotismo y el acaparamiento se apropian del dominicano por el impacto del coronavirus. – La Republica Online

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La especulación, el agiotismo y el acaparamiento se apropian del dominicano por el impacto del coronavirus.

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Los especuladores,  agiotistas y acaparadores  han hecho su fiesta de buscar ganancias sobre la base  del dolor que sufre el pueblo dominicano, tanto es así que los comerciantes inescrupulosos tienen anuncios en la televisión con reflexiones muy bien elaboradas y que proyectan una sensibilidad que no tienen.

El fenómeno no sólo se da en el sector público en el que muchos a través de licitaciones que no se ajustan a la ley y que responden más que nada a los intereses de los inescrupulosos que tienen sus muy buenas conexiones en las altas instancias del poder, sino también en el privado.

En esas licitaciones intervienen millones de pesos que se manejan con una ligereza que espanta, porque las mismas no se ajustan a lo que establece la ley al respecto, pero esa irregularidad importa muy poco, porque todo el mundo sabe que la vocación delincuencial pesa mucho más que la sensibilidad humana.

Pero todo se circunscribe a la articulación de unos discursos que nadie va a creer, porque los mismos responden más que nada a una defensa simulada de lo mal hecho, lo cual permite colegir que hay responsabilidad por omisión o por comisión y exactamente eso ocurre en el marco del impacto del coronavirus.

El otro que también hace  su fiesta de especulación, agiotismo y acaparamiento, ya dentro del sector privado, son los grandes supermercados que juegan a la doble moral, porque repetimos elaboran unos atractivos comerciales en solidaridad con el  sufrimiento del pueblo dominicano, pero cuando se va a la realidad se comprueba que alteran los precios de los artículos de primera necesidad.

Lugares donde compran personas de clase media, desempleados y chiriperos, los precios de los artículos han subido ostensiblemente, pero  el alza ha sido manejada con tanto cuidado que cualquiera persona no se da cuenta tan fácilmente.

La Sirena y toda su red de supermercados ha generado aumentos aparentemente pequeños o insignificantes, pero cuando se hace el volumen entonces hablamos de millones de pesos que se llevan entre sus garras los especuladores vestidos de ser respetuosos de la ley sobre la materia.

La Sirena, por ejemplo, ha generado aumentos en la mayoría de los productos agrícolas como guineos, limones, yuca, batata, también lo hace con productos que reciben directamente de los manufactureros, cuya demostración de las alzas se puede ver  en los precios del café, la leche Carnation, entre otros productos de consumo diario.

De igual modo, La Sirena eliminó sorpresivamente los supuestos especiales que regularmente ofrece a sus clientes, amén de que este supermercado no tiene un protocolo que evite el contagio del coronavirus.

Son aumentos de precios aparentemente impercertibles, pero que se constituyen en una forma de aprovecharse de la crisis por la pandemia con la doble moral de vender una imagen por los medios de comunicación, pero que   su discurso defiere mucho de la verdad.

Lo preocupante del problema es que Proconsumidor parece que no tiene ojos para ver este fenómeno que crea una situación mucho más delicada para los más  vulnerables, pero que estos especuladores, agiotistas y acaparadores no tienen riesgos frente a los que tienen una responsabilidad oficial de fiscalizar su forma de hacer negocio y ambos  no alcanzan a ver que exponen la nación a lo que muy bien podría ser una explosión social, porque podría llegar el momento en que las personas  no tengan un centavo para comprar lo que mínimamente necesitan y entonces presentarse  lo peor, en cuya circunstancia los más afectados serán los que precisamente se dedican a tan malsana tarea.

Este drama es uno de los grandes riesgos que tiene cualquier país que sufre la  inexistencia del Estado, como la República Dominicana, donde todo anda manga por hombro, pero que además crea un escenario ideal para todo tipo de actividad que choque con la armonía social y la paz de que tanto se habla.

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