La etiqueta, garantía al consumidor

Por Miguel Guerrero

Reportajes de Nuria Piera sobre la comercialización de quesos, plantean nuevamente la necesidad de que se legisle acerca de la obligatoriedad de etiquetar los productos industriales, informando de su contenido calórico y vitamínico, con fechas de producción y expiración. Los dominicanos sabrían así qué compran y consumen y los productores establecerían con ello distancia de quienes no observen las normas de producción, en lo que concierne a higiene y buen uso de los insumos.

En el caso específico de los quesos, como ocurriera hace ya un tiempo con otros productos, el mal manejo una vez fuera de fábrica constituye un peligro, puesto que se trata de productos perecederos, que casi siempre requieren de refrigeración permanente. En la mayoría de los establecimientos de venta al público la línea de frío se pierde por los apagones y en muchos de ellos, al cerrarse las ventas del día, se apagan los congeladores hasta el día siguiente para ahorrar energía.

En mis días de reportero presencié en colmados del interior que con un mismo cuchillo se cortaban los quesos, los embutidos y los jabones de lavar y me consta que esa práctica continúa, incluso en negocios en la capital.

De manera que una sana y correcta supervisión de la calidad de un producto, especialmente si es perecedero como el queso, debe hacerse en fábrica, no en los sitios de expendio, porque un productor no puede garantizar que una vez entregado su producto se observarán en su venta al público, las normas de un buen manejo del mismo. Por eso, la etiquetación de los productos industriales es una garantía para unos y otros, asegurándole a los consumidores la calidad de lo que adquieren y consumen y a los fabricantes la lealtad de aquellos, abriendo nuevos nichos de mercados. Pero además, y esto es de igual importancia, la etiqueta despoja al falsificador de un espacio vital que hoy posee.

Artículo publicado originalmente en el periódico El Caribe