La Falta de Visión del Funcionario Público Surte un Efecto Político.

Por José Cabral

El pasado proceso electoral tuvo como principal eslogan de la oposición «El Cambio Va», el cual es una frase general que no especificaba de que cambio se hablaba.

El eslogan caló en la gente y la mayoría de los votantes lo hicieron suyo, pero nadie anhelaba que el cambio fuera sólo una expresión para sustituir a los que en ese momento estaban en el poder por los de la oposición.

Tras el triunfo electoral del PRM las cosas no parecen ser como mucha gente se imaginó, porque ese cambio debió implicar una transformación, incluso, de como hacer las cosas, de un nuevo criterio de la administración del patrimonio público.

Los perremeístas parecen cometer los mismos errores que cuando estuvo en el poder el PRD, cuyos dirigentes y militantes nunca entendieron las expectativas que se había creado la población con su ascenso al poder.

Ahora con el PRM ocurre algo parecido, hay una especie de negación a lo que se había prometido, porque cada funcionario tiene su propia agenda, la cual muchas veces no se corresponde con una forma de idónea de manejar el Estado.

Es impresionante la falta de planificación y de comunicación entre los funcionarios del Gobierno, muchos de los cuales son hasta enemigos entre sí, lo que dificulta el desarrollo de una gestión en consonancia con las aspiraciones de la gente.

Lo más grave de todo es que las pequeñeces pesan más que aquellas cosas que tienen un profundo valor social, lo cual vende la percepción de que los perremeístas no están en capacidad de producir los cambios que necesita realmente la sociedad.

Hay una falta de planificación impresionante, sumado al hecho de que el partido en el poder con mucha facilidad deshace los compromisos asumidos e incluso con los demás organizaciones que ayudaron, poco o mucho, al triunfo electoral.

Siempre se ha dicho que la percepción pesa más que la realidad y hasta estos momentos el PRM vende la idea de una gran improvisación y que sus funcionarios se mueven como si fueran zombies que generalmente no saben hacia donde van.

Lo peor del asunto es que ellos no logran darse cuenta del error que cometen, porque incluso los perremeistas están tan embriagados con el triunfo electoral que ya no les toman las llamadas telefónicas a sus compañeros y amigos.

Eso tal vez no sea tan importante como el hecho de que la mayoría de los funcionarios no se rigen por un plan que los pueda llevar a una meta para consolidarse en el poder, sino que son hijos de la improvisación.

Ya hay quienes hablan, pese a que es muy prematuro para hacer tal afirmación, que el PRM no pasa del 2024 en el control del Estado, porque a cinco meses de su llegada al poder parece no dar pie con bola.

Es importante que los perremeistas sepan que si lo sacan ahora nueva vez del poder su regreso tal vez implique varias décadas para alcanzarlo nuevamente, porque recobrar la credibilidad no es cosa de la noche a la mañana.

Ojalá despierten del sueno que produce la resaca electoral y que con tiempo suficiente utilicen más la inteligencia que la emoción, que el torpe y poco entendible engreimiento, que al final de la jornada se convierte en una causa más que suficiente para que se aplique de nuevo:  Es Pa’ Fuera que Van.