La Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reclamó hoy extender la protección social, que actualmente solo cubre a un tercio de la población mundial, para acabar con la pobreza y el hambre.
En su informe anual sobre el estado de la alimentación y la agricultura, la FAO destacó que, aunque proliferan los programas, la mayoría de las personas pobres en las zonas rurales no cuenta aún con ningún tipo de cobertura social.
Actualmente esas iniciativas ayudan a unos 2.100 millones de personas en los países en desarrollo y solo en 2013 lograron sacar a 150 millones de la pobreza extrema.
El director general de la FAO, José Graziano da Silva, aseguró en una rueda de prensa que ese tipo de protección permite a las personas vulnerables, después de un tiempo, invertir más en agricultura y otras actividades productivas, así como mejorar la salud, la educación y las oportunidades de sus hijos.
«Necesitamos más fondos y compromiso político» para que las inversiones en la agricultura a pequeña escala sean más efectivas y las familias pobres sean menos vulnerables a los impactos del cambio climático, afirmó.
El director general adjunto de la FAO Jomo Sundaram agregó que «todos los países pueden permitirse la protección social» y aquellos que sean muy pobres pueden recurrir a la ayuda externa para mantenerla en el tiempo.
Sundaram consideró que esos programas no bastan por sí solos para erradicar el hambre y la pobreza, pero pueden contribuir a fomentar las inversiones productivas dentro de una estrategia de desarrollo más amplia y coordinada.
Según las cifras difundidas, existen al menos 145 países que ofrecen hoy en día una o más formas de protección social, sistema dentro del cual la asistencia social cubre al 24 % de la población más pobre, mientras que la previsión social y la protección del mercado de trabajo solamente alcanzan al 3 %.
El número de países con programas de transferencias condicionadas de dinero en efectivo aumentó de 27 en 2008 a 63 en 2014, sobre todo en Latinoamérica y el Caribe, y en África subsahariana.
Los programas de alimentación en las escuelas son los más comunes, ya que han sido puestos en marcha por 131 países, entre los que destacan la India (con 105 millones de niños beneficiados) y Brasil (47 millones).
La FAO considera importante la selección eficaz de los beneficiarios de estos programas y las transferencias adecuadas no solo para aumentar el consumo de los más pobres, sino también para incrementar los ingresos de los hogares y su capacidad para producir alimentos.
También promueve que esas iniciativas estén dirigidas a las mujeres para ayudarlas a manejar sus recursos, dado que «la malnutrición materna e infantil perpetúa la pobreza de una generación a otra».
Mil millones de personas continúan siendo muy pobres y hay otros mil millones de pobres en el mundo, sobre todo en las zonas rurales, a pesar de que la pobreza extrema ha disminuido en muchas regiones como Asia oriental y el Pacífico, mientras que en África subsahariana se ha avanzado muy poco.
El informe ha sido publicado en vísperas del Día Mundial de la Alimentación, que se celebra el próximo viernes y estará centrado este año en el papel de la protección social para romper el ciclo de la pobreza.
Para erradicar el hambre en el mundo en 2030, propósito incluido en los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados el mes pasado en la ONU, las agencias de este organismo dedicadas a la alimentación pidieron en julio nuevas inversiones por valor de 267.000 millones de dólares anuales (unos 239.000 millones de euros), equivalentes al 0,3 % del PIB global.
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