EFE
Las colas en las casas de cambio aumentan y el ‘no saber qué hacer’ de los ciudadanos se mezcla con la continua mención al año 2001, cuando Argentina vivió su peor crisis.
BUENOS AIRES. La expectativa de los argentinos sobre el futuro de su país no es buena, y según las encuestas, ya dudan de que Mauricio Macri sea capaz de arreglarlo. La inflación sigue por las nubes y el peso vuelve a dar tumbos frente al dólar, moneda a la que el ciudadano de a pie siempre mira de reojo.
Esta semana ha sido negra para el Ejecutivo macrista: en solo siete días, el dólar ha pasado de costar 20,80 pesos -el 26 de abril- a 23,30 este jueves. Solo la venta masiva de dólares por parte del Banco Central (BCRA) y tres subidas de la tasa de interés -del 27,25% al 40 %-, así como la reducción de la meta de déficit fiscal, han conseguido que el cierre fuera ayer de 22,20.
Esta situación, en un país donde todo el mundo cobra en pesos y con una constante inflación -en 2017 los precios subieron un 24,8 % y solo en el primer trimestre de 2018 avanzaron un 6,7 %- no ha hecho sino aumentar la incertidumbre al mismo ritmo que cae la imagen del presidente.
“Estamos en un momento donde si buscáramos palabras para retratar la opinión, todas empiezan con ‘des’, como desesperanza”, explica a Efe el analista político Jorge Giacobbe, cuya consultora ha registrado desde noviembre una caída de la imagen de Macri de 15 puntos, seis de ellos solo en el último mes.
A la par, también han descendido las expectativas de futuro, la imagen de los ministros y sobre todo la sensación de que Macri puede controlar la inflación, un problema endémico de la economía argentina.
El país registró en 2017 un aumento de precios de casi el 25 % y todo pinta a que 2018 no va a ser mejor. La meta oficial establecida es del 15 %, pero de enero a marzo la inflación ha llegado a casi la mitad de esa cifra, principalmente por los aumentos dictados por el Gobierno en las tarifas de la electricidad o el gas.
“El Gobierno heredó un déficit fiscal significativo -del Ejecutivo de Cristina Fernández (2007-2015)- que se financiaba dándole a la maquinita (de dinero), y en consecuencia Argentina vive un proceso inflacionario que no pudo todavía contener”, contó a Efe el analista económico Ramiro Castiñeira.
Ante la preocupación social por la depreciación de la moneda nacional, cuyos históricos vaivenes han educado a la sociedad a depender fuertemente de la moneda estadounidense, hoy el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, convocó a la prensa para ratificar el rumbo económico del país y anunciar la reducción de su meta anual de déficit fiscal del 3,2 % al 2,7 %, para infundir confianza.
Para el Gobierno, que insiste en que la economía está creciendo, la caída del peso -la mayor del mundo emergente desde comienzo del año, con la excepción del bolívar venezolano- no es un caso único y se debe a la subida de las tasas de interés en Estados Unidos.
También a la “incertidumbre doméstica” por la presión fiscal que llegaría si saca adelante un “irresponsable” proyecto de la oposición contra los aumentos tarifarios, que tendría un millonario costo y que se prevé que Macri vete si es aprobado.
“La combinación de no lograr contener la creación de dinero y una oposición que dice ‘no hagas ajuste fiscal’ fue un estrés en el mercado cambiario que si bien puede que lo haya detonado el contexto internacional, la pólvora es claramente el mercado local”, agregó Castiñeira.
Mientras, las colas en las casas de cambio aumentan y el ‘no saber qué hacer’ de los ciudadanos se mezcla con la continua mención al año 2001, cuando Argentina vivió su peor crisis, agravada por el “corralito” que impidió a los ciudadanos la libre disposición del dinero en los bancos.
Aunque la mayoría de analistas descartan ahora esa situación, todo dependerá de la estrategia del Gobierno, que opta por el gradualismo al ordenar una economía que en 2017 creció el 2,9 %.
“Solo cuentas públicas sanas permiten una moneda sana. Toda la Unión Europea aboga por un déficit menor a 3 puntos del PIB y Argentina tiene ahora un déficit fiscal de 7 puntos. Ese desbarajuste genera una toma de deuda fuerte o una emisión monetaria significativa”, remarca Castiñeira.
Urge entonces acomodar las cuentas para dejar de apelar a la deuda externa o al financiamiento monetario.
Como también es necesario para el Gobierno actuar más a favor de la gente, cansada de no notar las mejoras económicas y de los incontables aumentos tarifarios. Como desesperación es considerar que no hay alternativa a Macri en la dividida oposición.
De una “idealización inicial” de la figura del mandatario para sanear la economía tras la polémica gestión de Fernández -con un fuerte proteccionismo y restricciones para el acceso a divisas extranjeras-, la población duda ahora que el presidente controle la situación.
“El Gobierno ha pedido un esfuerzo enorme para su plan económico que más la inflación y el aumento de tarifas parece estar cruzando el umbral del dolor permitido”, reconoce Giacobbe.
Un descontento popular que corre peligro de exacerbarse en las ya de por sí beligerantes calles argentinas.
Rodrigo García