La intolerancia y la coacción son las arma que usa el PLD de hoy para buscar perpetuarse en el poder.

Son varios los funcionarios del Gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que se han dedicado a presionar a empleados públicos para que voten por el candidato presidencial oficialista.

El último en hacerlo fue el que fuera militante del balaguerismo y ahora defensor a capa y espada del presidente Danilo medina, Marino Collante, quien es incluso compadre y que por esa relación renunció a una diputación para engancharse en un cargo público que maneja presupuesto.

Este personaje del pasado aparece en un video en el que amenaza a todo aquel que tenga un puesto público y vote en contra de Gonzalo Castillo, candidato presidencial del Gobierno.

Quién se imaginaba que el PLD, construido por el profesor Juan Bosch para cambiar la imagen y la forma de manejarse en la administración del patrimonio nacional, tendría un comportamiento propio de las peores lacras de la clase política nacional.

Pero eso no es lo peor de los peledeístas, sino que son encubridores de una fiesta de corrupción en la administración pública en la que nadie se conforma con robarse cien millones de pesos, sino miles.

Hasta ahora no se ha visto en el PLD una real vocación en contra de una plaga como la corrupción que mantiene secuestrada a la sociedad dominicana, creándose una cultura de lo mal hecho.

Las teorías y la práctica peledeísta ha permitido que este partido haya permeado todos los estamentos del Estado, como la justicia, con el fin de evitar un enjuiciamiento de los que prácticamente se lo han llevado todo.

El descaro de peledeístas y de todos los que se han encaramado en la administración pública se proyecta como tan normal y lógico que permite evaluar hasta donde la degradación moral se ha apropiado de los actores de la vida política nacional.

La situación se torna tan grave que no hay forma de que hayan acciones en contra de los peledeístas que se dedican al chantaje y la coacción en contra de todo el que debe ejercer un derecho al voto absolutamente libre y sin presión de nadie.

Sin embargo, el problema al respecto toma una dimensión que impacta de una forma muy preocupante al sistema democrático, en el que el derecho a elegir y ser elegible a través del voto es algo asociado a un principio esencial de la democracia.

La República Dominicana se avoca a elegir sus autoridades a nivel de los municipios del país para entrar en el proceso electoral para escoger el presidente, el vicepresidente y diputados y senadores, pero la forma de manejarse de los peledeístas preocupa a amplios sectores de la vida nacional.

El actual proceso electoral y otros que ya han quedado atrás en función del tiempo permite valorar hasta dónde ha entrado la nación en una pendiente regresiva que no augura nada bueno para un país que vive  de discursos, pero no de hechos.