Editorial
La Izquierda es un simple sueño o realmente ha creado vocación de poder en República Dominicana.
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En los actuales momentos no hay un solo partido que tenga la suficiente credibilidad a partir de los cambios que necesita la República Dominicana para salir de sus bajos niveles de institucionalidad y además enrumbar la economía por el sendero del crecimiento y el desarrollo nacionales.
Sin embargo, los partidos políticos tradicionales, los cuales no pasan de ser instrumentos de sus dirigentes para buscar beneficios personales y grupales, no rectifican su conducta y no preconizan precisamente aquel comportamiento que ha dañado a la democracia.
Tal vez en el caso de estos partidos tradicionales se imponga la expresión de que árbol que nace torcido no hay quien lo enderece, lo cual se traduciría en que los militantes y dirigentes de esas organizaciones nadie los sacará del interés personal e individual que caracteriza a estas organizaciones que muchos las llaman soporte de la democracia.
La realidad es que los partidos políticos tradicionales han constituido una verdadera desgracia nacional, ya que prácticamente todas las riquezas generadas por la nación han ido a parar, de una u otra forma, a sus arcas personales.
E incluso esta forma de hacer política ha impactado el país de tan mala manera que hoy es, sin lugar a dudas, parte de la cultura nacional, pero con el agravante de que quienes pueden confrontar esa realidad no cuentan con la fuerza y el vigor necesario para impulsar los cambios que demanda la sociedad dominicana.
La izquierda dominicana no luce con la vitalidad de otros lugares del hemisferio, en algunos de cuyos países, ha logrado una interesante confrontación entre esta corriente y la derecha.
Lo preocupante de esa realidad es que la República Dominicana está amenazada de que los que hacen política sobre la base de estar al servicio de lo peor y precisamente de la corrupción continúen con el control del Estado por muchos más años ante la debilidad que proyecta la izquierda nacional.
Es probable que algunos de los ensayos que se hacen en los actuales momentos puedan dar buenos resultados, naturalmente a partir de que se haga lo correcto políticamente hablando, a fin de que en el país surjan propuestas que no sean las convencionales.
Pero la pregunta que se impone es si la izquierda ha logrado dotarse de la madurez para articular una propuesta unitaria que permita integrarse al debate nacional y en consecuencia en la próxima contienda electoral, a fin de recibir un nuevo aire en el escenario nacional.