El presidente de la República Dominicana, Danilo Medina, utiliza la mentira como arma política, a fin de preservar su popularidad y en consecuencia volver a intentar modificar la Constitución y presentarse de nuevo en el 2020 como candidato presidencial.
Pero casi siempre la verdad se impone, porque aunque se quiera ocultar, la misma termina cayendo por su propio peso.
La forma enérgica en que el presidente pide que se aporten pruebas en lo que respecta a que Odebrecht financió su campaña electoral es una expresión muy riesgosa del mandatario, ya que parece que él olvida que este caso tiene dimensiones internacionales.
Danilo sabe muy bien que si en la República Dominicana las investigaciones sobre este escándalo no avanzan, en otro lugar sí, como Brasil, Colombia, Panamá que, sin a lugar a dudas, tienen un mayor nivel de institucionalidad que el país.
Ya comenzaron a fluir de nuevo informaciones que contradicen la enérgica declaración del presidente Medina, dado que el publicista brasileño que dirigió su campaña y que salió desde el Palacio Nacional hacia una cárcel de Brasil, Joao Santana, acaba de llegar a un acuerdo con la fiscalía de su país para decir una buena parte de la verdad.
De entrada se sabe que Odebrecht financió mediante procedimientos irregulares las campañas electorales de Hugo Chávez de Venezuela; Mauricio Funes de El Salvador; Danilo Medina de República Dominicana, entre otros presidentes de América Latina y África.
El desmentido a lo dicho por Medina caerá por su propio peso, porque por mucho que quiera encubrirlo la Procuraduría General de la República, los procesos que se le siguen a Odebrecht en otros lugares del continente serán el principal desmentido a Medina.
De una cosa tenemos que estar claros, nadie que cometa un robo, no importa la cantidad sustraída, va a admitir el delito cometido a menos que no se le demuestre en un juicio público, oral y contradictorio, donde se impongan las pruebas contundentes.
En un país presidencialista con un presidente mentiroso es prácticamente imposible demostrarle los hechos cometidos irregularmente, pero cuando se trata de un caso de dimensionales internacionales, entonces es muy probable que el todo poderoso mandatario esté como dice una expresión popular «preso por la guardia de mon”.
El caso sigue su agitado curso.