La Muerte de Hugo Chávez

Por José Cabral

 El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, constituía un gran soporte para los países del tercer mundo, pero principalmente para las naciones latinoamericanas.

Chávez no dejó dudas de que era un latinoamericanista a carta cabal, defensor de los intereses de su pueblo y del bien común.

Fue un líder político que estaba profundamente convencido de que el individualismo que encarna el neo-liberalismo constituye el principal enemigo de los pueblos latinoamericanos, por lo que promovió la creación de mecanismos de lucha regionales para contrarrestar las políticas colonialistas, principalmente de los organismos  crediticios multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, entre otros.

Fue un líder político con una visión que trascendió la retórica para situarse en un pragmatismo que lo ha consagrado como un americanista como Bolívar, Martí, San Martín y Juan Pablo Duarte, entre otros.

Chávez fue un hombre que encarnó una honestidad que se constituye en un ejemplo histórico para Latinoamérica y el mundo, sobre todo en una época en que el neoliberalismo ha logrado minar los sentimientos de los pueblos desarrollados y sub-desarrollados, convirtiéndose en una retranca para el avance social e institucional de nuestras naciones, víctimas de un saqueo despiadado de unas depredadoras multinacionales.

Chávez simbolizó esa dignidad que les falta a muchos presidentes latinoamericanos para encarar el grave problema de la colonización política y económica por parte de grandes potencias que cuentan con Estados corporativos.

Chávez se fue a destiempo, pero dejó una obra bastante encaminada que sienta un antes y un después de él, lo que lo convierte en un gigante de la historia y de la vida de los pueblos oprimidos del tercer mundo.

Las expectativas de los pueblos de la América Morena es que Venezuela continúe con la filosofía de solidaridad que estableció y promovió Chávez.

 Chávez luchó hasta el día de su muerte en contra de la desgracia de la corrupción que siempre han representado las oligarquías latinoamericanas, las cuales acumulan grandes fortunas a la sombra de los Estados, inhabilitándolos para cumplir su rol social.

 El ejemplo de Chávez perdurará para siempre.