Una abrumadora mayoría de la Asamblea General de la ONU se unió ayer a Cuba para reclamar una vez más el fin del embargo económico que le aplica Estados Unidos, que se quedó más solo que nunca en su oposición a ese llamamiento.
Un total de 191 de los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas votaron a favor de la resolución que cada año impulsa Cuba y que en esta ocasión únicamente tuvo dos votos en contra: el de EE.UU. y el de su socio Israel.
Era la primera vez que la Asamblea General se pronunciaba sobre el embargo desde que Cuba y EE.UU. iniciaron en diciembre de 2014 el restablecimiento de sus relaciones.
Pese a ese nuevo escenario y a las expectativas que se habían generado sobre un posible cambio en la postura estadounidense, el resultado de la votación fue muy similar al de hace un año.
Entonces, a los dos votos negativos se habían añadido las abstenciones de Micronesia, Palau e Islas Marshall, que hoy sí respaldaron la resolución y dieron a Cuba el mayor respaldo logrado desde que en 1992 comenzó a proponer esta iniciativa anual.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, destacó el apoyo «récord» obtenido y el «aislamiento» de EE.UU., al tiempo que se declaró «decepcionado» por no haber contado con el «sí» del Gobierno estadounidense.
La oposición de la Administración de Barack Obama a esta política y sus llamamientos al Congreso del país, controlado por la oposición republicana, a terminar con ella habían disparado las expectativas de que EE.UU. pudiera, al menos, abstenerse en la votación de hoy.
El diplomático Ronald Godard, que representó a EE.UU. ante la Asamblea, dejó entrever que la posibilidad se consideró seriamente y que fue la redacción final del documento la que llevó a su delegación a oponerse.
«El texto no representa los pasos significativos dados y el espíritu de compromiso que el presidente Obama ha defendido», dijo Godard.
«Nos parece desafortunado que a pesar de nuestro progreso bilateral, el Gobierno cubano haya elegido presentar una resolución que es casi idéntica a las planteadas en años anteriores», insistió.
La resolución preparada por las autoridades cubanas acoge «con beneplácito el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los Gobiernos de Cuba y los Estados Unidos de América» y reconoce «la voluntad» expresada por Obama «de trabajar por la eliminación del bloqueo económico, comercial y financiero».
Sin embargo, expresa como en otras ocasiones preocupación por la continuidad de la política y por los «efectos negativos» que tiene sobre los cubanos y urge a tomar medidas «en el plazo más breve posible» para derogar o dejar sin efecto el embargo.
Aunque a efectos prácticos no cambia mucho, dado que la resolución no es vinculante y tuvo una mayoría más que holgada, una mera abstención de EE.UU. habría enviado un recado al Congreso y habría resultado muy simbólica.
La escena -un país que no se opone a un texto que critica directamente su política- habría sido algo prácticamente inédito en las Naciones Unidas.
Cuba, mientras tanto, insistió en que el levantamiento del embargo es la clave del proceso de normalización de las relaciones entre los dos países y dejó claro que no se va a conformar con promesas.
«Nosotros tenemos que juzgar por los hechos. Los hechos son que desde el 17 de diciembre (de 2014, cuando se anunció el inicio del proceso para el restablecimiento de las relaciones) no ha habido modificaciones significativas a la aplicación del bloqueo», subrayó Rodríguez en una conferencia de prensa.
El canciller aseguró que «mientras la realidad sea la de la aplicación estricta y completa del bloqueo», su país seguirá llevando este asunto a la Asamblea General de Naciones Unidas.
«Espero que antes del próximo otoño, en que corresponda tratar nuevamente este tema, el Gobierno y el Congreso de los Estados Unidos hayan dado pasos suficientes en el desmantelamiento del bloqueo, tal como solicitan los electores y los que pagan impuestos en este país», dijo Rodríguez.
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