De portada
Politiquería adorna temas importantes para que país no pueda arribar a vida de mejor calidad.
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Por Elba García
Esta, sin lugar a dudas, es la razón por la que en países como República Dominicana siempre se dice que su gente le pone candado a la casa después que le roban, cuya expresión tiene una lectura muy asociada a su herencia histórico-cultural.
El país desde hace décadas que ha tenido la posibilidad de planificarse y evitar la ocurrencia de eventos y fenómenos que le causan danos irreparables, por ejemplo, a la economía y al medio ambiente.
Pero lo dicho por este funcionario es un tema que se ha manoseado más de lo que cualquiera se puede imaginar, así como ocurre con la necesidad de una política nacional de conservación y las falencias del sistema educativo nacional.
Cualquier persona puede revisar los periódicos del país de hace muchos años atrás y se va encontrar que los temas que se abordan hoy eran parte de los debates nacionales en otras épocas y que prácticamente no se ha avanzado nada al respecto.
Las discusiones al respecto se van y vienen y reaparecen, sobre todo, cuando se producen situaciones a nivel internacional que impactan de muy mala manera a la República Dominicana.
La cultura que proviene de la llamada madre patria es el lastre más pesado para los dominicanos y para muchos otros países latinoamericanos, porque es la causa de la improvisación y que en tal virtud le cabe el acuñamiento de la frase de que el criollo que le pone candado a la casa después que le roban.
El criollo habla mucho y hace poco y es ahí descansa la gran diferencia con los países anglo-protestantes, cuyas poblaciones heredan la cultura de la planificación, que les permite prever lo que puede ocurrir en las próximas décadas y planificarse para evitar consecuencias desastrosas.
Lo ideal para cualquier país como la República Dominicana es que pueda aprender de los golpes recibidos y los malos resultados de una politiquería barata que condena a la presente y futuras generaciones a un futuro incierto y llenos de frustraciones y decepciones.
La energía renovable es un buen tema para enamorar a los que piensan en un mejor país, pero lamentablemente sus resultados no están asociados a un plan y una claridad de propósito, sino a la retórica y discursos circunstanciales y caracterizados por la demagogia, la falta de visión y de sinceridad.