La sociedad ha sido víctima de una estafa que data de décadas o tal vez de siglos, cuya clase política nacional si en algo es experta es en la tramposería y en la doble cara.
Es un mal recurrente por lo que la gente luce ya cansada, decepcionada, frustrada con los políticos del patio, dado que no hay forma de que el proceso les sirva de escarmiento.
El PRM parece dirigirse a ser la más reciente y una de las peores decepciones de los dominicanos, porque los dirigentes y funcionarios de su Gobierno no tienen el más mínimo escrúpulo en el manejo del Estado.
Son hasta más torpes que los que acaban de salir del poder, quienes acabaron con el patrimonio nacional y en consecuencia hoy tenemos un país profundamente endeudado y sumergido en una crisis, que no sólo es económica, sino también ético-moral.
Ahí está la explicación de que gente del bajo mundo sean convertidos en líderes de comunidades de todo el territorio nacional, porque la gente del PRM, PLD, PRSC, PRD y la FP, entre otros, no ven otra cosa que el dinero que pueda exhibir el candidato a cualquier cargo electivo, pero no su procedencia.
Por esta razón, el Estado dominicano está permeado por el bajo mundo, cuyo fenómeno ha sido auspiciado y promovido por los fundadores y principales dirigentes de partidos como el Revolucionario Moderno.
Se sabe de más que en todo esto hay mucho de simulación y que los dirigentes de los partidos muchas veces quieren ponerse a tono con el sentir nacional, pero al final prevalecen sus convicciones mafiosas, corruptas y distorsionadoras de lo que debe ser una conducta ajustada a una verdadera democracia.
El PRM desde la inscripción de candidaturas a cargos electivos dejó ver el refajo, para utilizar una expresión muy popular, porque se dedicó a despojar a sus propios aliados de las candidaturas que les habían otorgado sobre la base de acuerdos políticos.
Lo segundo fue que se dedicó a comprar votos, exactamente como lo hicieron los otros que estaban en el Gobierno, que repartieron grandes cantidades de dinero en su lucha por quedarse con el control del Estado.
De manera, que ahora no puede sorprender que renieguen de sus posiciones en favor de las tres causales, Loma Miranda, el Pacto Eléctrico y ahora con los amarres que se hacen para que conjuntamente con otros partidos controlar la Cámara de Cuentas y la Defensoría del Pueblo.
Sencillamente se repite la historia de una clase política nacional que no mide consecuencias y frente a esa conducta no se debe apelar a otras frases que no sean aquellas que dicen: ahuyama no pare calabazos y que no se le puede pedir peras al olmo.