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La reelección presidencial es la gran desgracia del dominicano, pero es un fantasma que convive en el Palacio Nacional.
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Por Elba García
En los actuales momentos, aunque prematuramente, está sobre el tapete el tema de la reelección presidencial con expresiones que no tienen ninguna diferencia con aquellos que la han promovido en otros gobiernos, podría decirse desde la muerte del dictador Rafael Leonídas Trujillo Molina.
Son varios los funcionarios del Gobierno que han iniciado los ensayos de promoción de una posible reelección del presidente Luis Abinader, lo cual luce desacertado, extemporáneo y podría decirse hasta descarado.
Si bien es cierto que la Constitución de la República permite que el presidente que ocupa el cargo se repostule para un segundo periodo, por las consecuencias desgraciadas dejadas al país por la reelección presidencial luce ético que el actual jefe de Estado no incurra en el error de buscar quedarse por cuatro años más en el Palacio Nacional.
Se observa que los funcionarios del Gobierno si llegaran a quedarse por ocho años en el control del Estado las consecuencias para la nación serian desastrosas, peligrosas y hasta podría constituir una gran amenaza para la salud moral de la sociedad.
Por ejemplo, en el pasado gobierno de Danilo Medina existían las llamadas nominillas que no eran otra cosa que un tipo de corrupción para favorecer a los compañeritos del partido, pero ahora resulta que ocurre lo mismo con cientos de perremeistas beneficiarios con sueldos que rondan los cincuenta mil pesos sin rendir ninguna labor en el Estado.
Otra modalidad que tampoco se ha parado es la de seguir con nombramientos de familiares en la administración pública, cuyo buen ejemplo es lo que ocurre en la ciudad de Santiago donde la gobernadora provincial ha procurado que sus hijos sean colocados en puestos de instituciones como la dirección regional de Agricultura, Coraasan, entre otras.
Esos dos ejemplos muestran hasta donde el cambio no ha sido otra cosa que quítate tu pa ponerme yo, pero si este tipo de funcionario se consolida en el poder durante ocho años es lamentable lo que ocurriría con el erario nacional.
Un detalle importante de la gente que tiene este comportamiento es que la gobernadora provincial, Rosa Santos, es la madre de una mujer que tuvo un hijo con el padre de Luis Abinader, lo cual quiere decir que ella es abuela de un hermano del jefe de Estado.
Estas travesuras se producen a sólo ocho meses de llegar al poder, lo cual significa que luego de consolidarse en el mismo son muchas las cosas que se deben esperar de ellos, por lo que la reelección presidencial sería la continuación de la desgracia que ésta ha significado históricamente para el pueblo dominicano.
Desde ya los diferentes sectores que conforman la vida nacional deben exigir del presidente que aunque la Constitución permite un segundo periodo, que se abstenga de optar por la relección presidencial por razones éticas, a fin de llevar tranquilidad al pueblo dominicano.