De portada
Rendición de cuentas de Danilo se queda en apología, retórica y en vender como real lo que no existe.
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El presidente Danilo Medina en su discurso de rendición de cuentas se quedó en el marco de la politiquería, la retórica y la apología y en usar como una plataforma de campaña, en un año electoral, su alocución en el Congreso Nacional, pero no hizo un análisis de fondo sobre el grave problema institucional que padece el país.
El mandatario dice cosas que nadie entiende, porque hablar de independencia de la justicia a partir de que se le aumentó el presupuesto a la Suprema Corte de Justicia, parece más que nada una burla a la realidad que vive la República Dominicana, donde no hay un régimen de consecuencia.
Jueces, fiscales y casi todo el personal del sistema de justicia responde a unos intereses que dañan el estado de derecho, cuyas consecuencias son mucho más grandes de lo que cualquiera se puede imaginar y realmente el presidente no ha afrontado ese problema con la seriedad que el caso demanda.
El discurso de rendimiento de cuentas que además no abordó el colapso institucional que ha sufrido la República Dominicana, en el cual la violencia, la delincuencia, el desempleo, la corrupción y la impunidad y otros problemas los trata como si no importaran.
El presidente en cada rendición de cuentas siempre apela a lo que él llama su amor al país, pero el mismo no supera la politiquería y la apología, lo cual le quita credibilidad, porque si ciertamente le doliera el país por qué no toma una decisión con un Ministerio Público que ha creado un gran vacío en la sociedad dominicana.
El presidente en su discurso manipula los resultados que ha tenido el gobierno, el cual se ha convertido en un soporte de los grandes escándalos de corrupción que se han producido en los últimos años, que incluso involucran al candidato del partido oficial, Gonzalo Castillo.
El jefe de Estado ya ha llegado prácticamente a su fin con una permanente campaña publicitaria para promover obras públicas que le cuestan al pueblo dominicano mucho más del valor real de las mismas, aunque sean importantes en sí mismas.
Una pregunta sencilla y elemental, por qué el presente gobierno no toma en serio el grave problema de la ineptitud, negligencia y complicidad que prevalace entre los actores que tienen la sagrada misión de perseguir el crimen y el delito, cuya responsabilidad recae en la Procuraduría General de la República, que es una verdadera vergüenza para cualquier sociedad que se respete.
Ahora mismo es un clamor popular que el sistema de justicia responda a los intereses de la sociedad dominicana cuando de aplicación de la ley se trata, pero el mandatario se comporta como si ese no fuera su problema.
Lo cierto es que el país constituye una mentira en prácticamente todo lo que se pueda decir en lo que respecta a la institucionalidad y la eficiencia en la administración del patrimonio nacional.