La robótica, un instrumento de manipulación política.

La inteligencia artificial es un logro científico que nadie podrá parar, así como ha ocurrido con otras tecnologías y el internet.

Pero lo que sí se debe detener es la manipulación de la misma para fines no muy bondadosos y éticos.

La realidad es que ya está claramente determinado que la inteligencia artificial a través de la robótica no tiene habilidades cognitivas humanas.

Es decir, que este invento por el momento, no se sabe qué ocurrirá después, no responde a aquellas cosas que no son parte de su entrenamiento y almacenamiento, sin negar los efectos muy positivos que ya produce en una serie de naciones altamente desarrolladas en lo que respecta al sector de la salud.

La otra arista que debe abordarse en este análisis es de qué sirve la inteligencia artificial en esta etapa de la industrialización dominicana, porque el país lo que más tiene son pequeñas empresas en la que no vale de mucho esta tecnología, máxime en lo que tiene que ver con el uso de mano de obra humana.

Sin embargo, por el hecho de que quienes manejan el Estado no son capaces de hacer un estudio del impacto que tendría la inteligencia artificial a través de la robótica y de determinar cuáles sectores se verían beneficiados con esa tecnología, entonces se produce cualquier reacción a la misma.

Pero ni siquiera de eso somos capaces y la reacción frente a esa nueva tecnología, sin tener la menor idea de lo que ello implica para un país del tercer mundo lleno de chiriperos y pequeñas empresas, es precipitada y fruto de la histórica y cultural improvisación en el manejo de políticas públicas, lo cual se pudo ver con la reacción del presidente Luis Abinader como respuesta a la simulación de Leonel Fernández en Casa de Campo.

De cualquier modo, lo ocurrido con la inteligencia artificial, puesta sobre la mesa por Leonel Fernández, como cuando prometió al país convertirlo en un Nueva York Chiquito, sólo es fruto de su imaginación.

El pueblo dominicano siempre es sorprendido y manejado en función de la mentira, la simulación, la demagogia, la falta ética y la manipulación de la ciencia y de cualquier otra realidad.

Ahora sólo falta ver cuál es el próximo capítulo de un aspirante presidencial que parece vivir en la estratósfera, al margen de la realidad del pueblo dominicano y del avance científico, pero que sí simula conocer y tener solución para todo a través de usar oportunistamente y con la tergiversación de los logros de otros.