En el manejo poco transparente de los fondos que entrega cada año la Junta Central Electoral, el más cuestionado es el PRM, porque es el principal de la oposición con un discurso para ganarse la confianza de la gente de transparencia y de adecentamiento de la vida pública nacional.
A pesar de que es una verdad incuestionable que los peledeístas han acabado con las arcas nacionales impunemente, pero cómo otro que hace lo mismo, aunque sea en una magnitud inferior, tiene moral para criticar.
Y el más perjudicado con el estudio de Participación Ciudadana es el PRM, porque en el país todo el mundo sabe cuál es la conducta al respecto de los perredeístas, con Miguel Vargas Maldonado a la cabeza y de los reformistas, porque son dos partidos bisagras y que hacen política sobre la base del beneficio personal, no importa de dónde venga el dinero.
En el caso del PLD sólo hay que acogerse a una expresión popular que dice: por sus hechos los conoceréis, porque a la hora de hablar de la conducta del partido de gobierno, la cual deja mucho que desear, sólo habría que revisar cómo éste se ha manejado en la administración de los recursos públicos.
En tal virtud, el único que tiene derecho a la duda es el Partido Revolucionario Moderno (PRM), porque a pesar de que es un hijo del PRD, que nunca se ha manejado bien desde el Estado, lo cierto es que esa organización no ha tenido funciones oficiales y ha proclamado que combatirá la corrupción pública y privada.
En realidad, el hecho de que el PRM diga una cosa y haga otra, envía el mensaje de que se está frente a una gran demagogia, una mentira, muy difícil de digerir y que sólo tiene asidero en virtud del descalabro moral de toda la sociedad.
Si el PRM no se maneja bien en el manejo de los recursos entregados por la Junta Central Electoral, qué no se podría esperar si este partido gana las elecciones nacionales y tiene el control del presupuesto nacional.
Siendo así las cosas, entonces en la República Dominicana la gente debe prepararse para dar una lucha igual o de más grande magnitud, no ya para atacar la corrupción de los peledeístas, sino de los perremeístas.
De manera, que todavía falta mucho por nadar en el lodo de la falta de transparencia, la corrupción generalizada y un Estado disfunsional que no constituye una garantía del logro de una idónea democracia en la que predomine el estado de derecho, la igualdad de oportunidades y la convivencia nacional.