AGENCIA EFE
En la localidad de Shika aún abundan las viviendas completamente colapsadas o con tejados y ventanas rotos, pese a estar en la zona sudoccidental de Noto, la menos castigada por el seísmo
Shika, Japón.-Casi un mes después del devastador terremoto del centro de Japón, más de 14,000 personas siguen evacuadas y hay aún amplias zonas inaccesibles y millares de hogares destruidos o sin agua ni luz por el peor desastre natural que ha golpeado al país desde el de 2011.
Las huellas del seísmo de magnitud 7.6 que sacudió la península de Noto, en la prefectura de Ishikawa, son aún visibles en sus carreteras y puentes resquebrajados o sus casas derrumbadas, pese a que las tareas de reconstrucción han deparado notables mejoras, sobre todo en lo que a infraestructuras se refiere.
Las consecuencias humanas del desastre natural del día de Año Nuevo incluyen 238 víctimas mortales confirmadas, una veintena de desaparecidos, cerca de 1,200 heridos y 14,228 desplazados de sus hogares y sin perspectivas de poder regresar a corto plazo.
Refugiados sin solución a la vista
El Centro de Deportes de Ishikawa acoge a cerca de 300 de estas personas, en su mayoría ancianos o damnificados con necesidades médicas especiales, quienes se alojan en tiendas de campaña repartidas sobre el parqué de la pista cubierta.
Decenas de voluntarios, funcionarios de instituciones locales y médicos y enfermeros venidos de todo Japón trabajan en este albergue y centro médico improvisado, donde los huéspedes duermen en ‘futones’ sobre soportes de cartón dentro de sus tiendas y reciben varias comidas calientes al día.
El número de evacuados aquí alojados «va creciendo» y sus estancias «se van alargando», explica a EFE el responsable de la gestión del centro ubicado en la ciudad de Kanazawa, Yoshinori Murakado.
El pabellón sirve como etapa intermedia para personas provenientes de un primer refugio local o de viviendas dañadas en Noto -donde no cuentan con agua corriente, baños, gas ni luz y en ocasiones ni con ciertos bienes básicos- y un alojamiento a medio plazo, añade este funcionario de la prefectura.
«Hay sobre todo mucha gente mayor, personas con discapacidad o con enfermedades crónicas», señala Murakado, quien añade que prestar los servicios médicos adecuados a cada uno de ellos es el mayor desafío logístico que afrontan.
Estas necesidades especiales hacen que muchos de los evacuados tengan complicado dar el siguiente paso: alojarse en los hoteles, hostales y viviendas temporales que el Gobierno regional está habilitando para que las personas que han perdido su hogar puedan vivir en condiciones más dignas.
En vías de reconstrucción
En la localidad de Shika aún abundan las viviendas completamente colapsadas o con tejados y ventanas rotos, pese a estar en la zona sudoccidental de Noto, la menos castigada por el seísmo.
El trasiego de grúas de mantenimiento de la red de eléctrica, maquinaria de reparación de carreteras y camiones es constante en las calles y alrededores de esta ciudad, que poco a poco va recuperando la normalidad entre restos del desastre.
«Se está trabajando muy duro para arreglar todos los desperfectos, pero aún queda mucho por hacer», afirma Shinichi Takasawa, cuya familia posee una tienda de alimentación que resistió el fuerte temblor, aunque la vivienda adjunta ubicada tras el negocio sufrió graves daños.
Calle arriba puede verse una casa tradicional nipona de madera desplomada sobre un vehículo que, aprisionado contra el asfalto, parece sostener lo poco que queda de la estructura del inmueble. Su ocupante, una anciana, esquivó la tragedia al encontrarse en la única habitación que quedó en pie durante el temblor.
El terremoto dejó daños en más de 43.000 viviendas, y las pérdidas acarreadas para particulares, empresas e infraestructuras públicas pueden llegar hasta los 2,6 billones de yenes (16.226 millones de euros), según una primera estimación del Ejecutivo nipón.
Los trabajos de reconstrucción se han visto ralentizados por el impacto en las redes de transporte del terremoto y el tsunami de hasta cinco metros que lo siguió, dejando prácticamente aislada a una región de por sí poco accesible por tratarse de una península muy montañosa y boscosa.
El seísmo del día de Año Nuevo en Noto es el más fuerte registrado en Japón desde el del 11 de marzo de 2011 en el noreste del país, de magnitud 9 y que junto a un tsunami que barrió esa costa del archipiélago desencadenó la crisis nuclear de Fukushima, además de dejar más de 20.000 muertos.