Portábamos chalecos antibalas, con gorras y camisetas identificadas con las siglas del Ministerio de Interior y Policía, cuya institución fue punto de partida. La ruta ya estaba planificada, pero un establecimiento del sector Mendoza que, no figuraba en la lista, fue el primero en inaugurar el recorrido. Aquel alto sonido de las bocinas delató al negocio a pesar de que se encontraba prácticamente vacío. Solo había cuatro mujeres y un hombre consumiendo en una mesa.
“¿No sabe usted que no es permitido subir tan alto el volumen?”, cuestionó el director del COBA, José Rafael Bueno al administrador del lugar, quien estaba nervioso y había ordenado apagar la consola al ver que la caravana se detuvo frente a su local, y que las cuatro puertas de las diez unidades se abrieron de repente, y que de ahí salieron los uniformados.
“Comando, yo lo sé, de verdad perdóneme, no volverá a suceder”, fue lo único que pudo responder el encargado. Las autoridades procedieron a notificar su falta, a orientarlo para prevenir futuras sanciones y a despedirse de manera afable, calmando así la intensidad que imperaba en el ambiente. Los agentes entraron a sus vehículos a la misma velocidad que salieron, las puertas se cerraron de forma sincronizada y emprendieron nuevamente la marcha.
Las reglas son claras. Los establecimientos tienen prohibido dejar ingresar a menores de edad, tener la música en alto volumen, obstruir la vía pública, no poseer salida de emergencia, violar el horario establecido y portar armas, blanca o de fuego.
Sobre la hora de labor, de domingo a jueves, los locales deben cerrar a las 12:00 de la noche. Mientras que de viernes a sábado pueden durar hasta las 2:00 de la madrugada. Algunos negocios tienen extensiones de una y dos horas por su buen comportamiento en cuanto al cumplimiento de las disposiciones. Pero todo dependerá del registro de conducta que lleven.
Sanciones
Las autoridades del COBA evalúan y clasifican las faltas de los negocios en “leves y graves”. Consideran leves el descontrol en el sonido, que no haya puerta de emergencia en el lugar y que se obstruyan las avenidas. Sin embargo, hallar un menor de edad en esos centros de bebidas alcohólicas o encontrar pistolas o cuchillos, podría traer duras consecuencias ya que esas violaciones son faltas graves.
Si el propietario del negocio es notificado por una falta leve, tiene que asistir a una charla de prevención que se realiza cada martes a las 10:00 de la mañana en la sede del Ministerio de Interior y Policía.
Para que se ejecute el cierre de un negocio, este debe cometer tres faltas consideradas “leves”. No obstante, aquel encargado que permita que ingresen menores de edad o personas con armas blancas o de fuego, puede ser clausurado de manera inmediata.
Portaba una pistola
La lluvia había cesado. Y de los 51 negocios visitados durante la noche, ocurrieron diversos incidentes. Entre ellos, un colmado ubicado en el sector Villa Carmen de la zona oriental que fue abordado. Estaba lleno de clientes que se encontraban sentados en sillas y mesas plásticas. Eran las 11:30 de la noche.
“Llegaron los montro men, nos salvamos men, llegaron los que pagarán nuestras cuentas”, vociferó de forma burlona uno de los presentes al vernos salir de los vehículos.
Rafael Bueno, Edwin Santana y los coroneles Made Ramírez y Genao Núñez, quienes fueron enviados en este operativo por el general Neivi Pérez Sánchez, inspeccionaron el lugar.
Mientras el director del COBA le preguntaba al encargado que sí había armas de fuego y este respondía que no. En ese mismo momento los coroneles también hacían su trabajo.
Aquel que había vociferado en tono burlón la famosa canción urbana tenía un rostro de preocupación, no parecía ser el mismo que reía y trataba de lucirse al principio frente a sus compañeros. Sorpresa, los coroneles descubrieron que él portaba una pistola dentro del colmado.
“Comandante yo soy dirigente político y no estoy bebido, mi pistola está legal”, habló de forma arrogante el hombre que, además de poseer un arma dentro de un establecimiento que ofrece bebidas alcohólica, portaba un carnet del Departamento Nacional de Investigaciones (DNI), el cual mostraba en público para tratar de intimidar a las autoridades.
Otro que le acompañaba mostró su identificación y preguntó: “¿qué lo qué pasa? Yo soy un mensajero del ministro Amarante”, lo que provocó la risa de las autoridades que le informaron que ellos eran agentes del Ministerio de Interior y Policía. El individuo guardó de inmediato su documento y no habló jamás.
Al hombre que portaba el arma se la incautaron sin importar que fuera del DNI o dirigente político. El establecimiento fue cerrado ante el descontento de la clientela.
“Hace falta un Trujillo o un Nicolás Maduro para que resuelva esta vaina, ni beber tranquilo se puede, en vez de joder a los corruptos vienen a jodernos a nosotros”, manifestó una señora que parecía estar ebria.
Hallamos un “matadero”
Frente a la Plaza de España, un negocio en particular dio la impresión de que no sería igual que los demás centros visitados de esa noche.
Su fachada era horrible, los dibujos pegados en los ventanales eran fotos grandes de mujeres semidesnudas en poses vulgares.
Enfrente de la calle, había tres trabajadoras sexuales y una mujer vestida de manera descuidada que estaba de portera en el local.
Al ingresar al centro, las pocas personas que estaban, todas mujeres jóvenes, se espantaron y salieron. Una de ellas entró a una habitación y escondió “algo”. Los policías y agentes del COBA registraron. Había cuatro habitaciones, cada una con colchones viejos y rotos. En el piso había condones usados y a la vista de todos. Las paredes sucias y húmedas producto de alguna tubería rota. Pero lo peor era el mal olor, una mezcla de droga, semen, sudor y cloaca, algo que mis narices nunca habían sentido.
Al parecer, esos aposentos eran el campo de trabajo de aquellas trabajadoras sexuales que pescan a clientes en los alrededores y los llevan allí para consumar de manera completa el acto. Y si eso fuera poco, dos bolsitas de polvo blanco presumiblemente cocaína se encontraban escondidas en una de las alcobas. Al parecer, aquello era lo que había ocultado una de las jóvenes. Pero para rematar, el administrador de ese “matadero” portaba un cuchillo “sevillana”, lo que valió el cierre inmediato de aquel oscuro antro.
El resultado del recorrido por los sectores y avenidas del Gran Santo Domingo
Desde las 9:56 de la noche hasta las 5:10 de la madrugada se recorrieron 22 sectores y avenidas. Desde Villa Faro, Carretera de Mendoza, Charles de Gaulle, Reparto Duarte, Mandinga, Ensanche Isabelita, Los Mameyes, La Francia de Villa Duarte, Simónico, Los Mina, Moisés , Los Tres Brazos, avenida Venezuela, San Vicente de Paúl hasta el Ensanche Ozama, entre otros.
Hubo un total de 18 notificaciones por faltas graves y leves a las leyes por parte de los establecimientos de bebidas alcohólicas. Dos por armas de fuego, uno por arma blanca, otro por violación al horario establecido, uno por obstrucción a la vía pública, otro por entrada de menor de edad a uno de esos centros y 12 faltas por alto volumen de música.
En el convoy de 10 unidades, yo iba en el segundo de la fila. Montado en la parte de atrás acompañado del director del COBA, José Rafael Bueno y los agentes José Guzmán, José Bencosme y Elvis Pérez. Eran las 5:10 de la madrugada, estaba casi amaneciendo y concluíamos la jornada de forma satisfactoria. El último establecimiento abordado había sido clausurado. Fue un precedente porque era la primera vez que se hacía. Se trataba de un local ubicado en la Avenida Venezuela. Las razones estaban a la vista; además de que se violaron las leyes del horario establecido, allí también fue encontrado un hombre con arma de fuego ingiriendo bebidas alcohólicas.
“Hoy creamos un precedentes, a partir de ahora desaparecerá la fama de este local, esa fama de que es imparable y que puede hacer lo que quiera”, expresó Bueno con satisfacción.
De manera particular, la experiencia fue grata. Y me confirma la existencia de un “bajo mundo” ajeno a una gran cantidad de personas que, aunque acostumbren a ir a centros de bebidas alcohólicas, ignoran que existen ciertos locales que albergan el hedor del círculo vicioso de la vida, ese que no permite avanzar al ser humano que cae en las garras del alcohol y las drogas.