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Hospitales son peligro para pacientes por criterio con que se manejan. – La Republica Online

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Hospitales son peligro para pacientes por criterio con que se manejan.

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Por Elba García

El robo de equipos y medicamentos es solo uno de los problemas que se presentan en los hospitales públicos y los mismos  están repletos de otras irregularidades que van desde lo ético hasta la falta de supervisión para ofrecer un servicio de calidad a la gente.

Los hospitales públicos son victimas desde hace muchos años de robos escandalosos que envuelven a equipos que son prácticamente imprescindibles para garantizar un buen trabajo profesional de los médicos que en ellos laboran.

De igual modo, después de la conversión de muchos hospitales públicos en universitarios una buena parte de ellos son centros de aprendizajes y práctica  de médicos que no tienen la experiencia para intervenir, por ejemplo, quirúrgicamente a un paciente, pero no hay nadie que vigile la impericia de  éstos porque esos centros asistenciales caminan manga por hombro.

Los niveles de higiene, responsabilidad profesional e incluso el cuido de los equipos que sirven de herramientas de trabajo, son muy preocupantes en los hospitales públicos, donde solo ver el estado de abandono en que operan causa urticaria a cualquier ciudadano.

Un ejemplo de ello son los hospitales de la zona norte del país, como el José María Cabral y Báez,  el infantil Arturo Grullón y  el Presidente Estrella Ureña , este último ahora prácticamente desaparecido, los cuales nunca han podido librarse hasta de las famosas “botellas” que son muy comunes en las nóminas de las instituciones del Estado de todo el territorio nacional.

Estos hospitales no están en capacidad nisiquiera de llevar una relación en orden de los pacientes que son atendidos y cuando se aborda un empleado por ejemplo  de los  departamentos de Estadísticas o Legal, en los cuales laboran muchas veces supuestos especialistas en la materia y cuando no profesionales sin experiencias y sin los conocimientos que permita que los mismos sean mas eficientes en el servicio que ofrecen, las respuestas son realmente desastrosas y vergonzosas.

Sin embargo, el peor de los cuadros de los hospitales son las condiciones en que se atiende a los enfermos, muchos de los cuales tienen que recibir sueros en sillas por falta de camas, cuyo cuadro retrata de cuerpo entero lo que es un país del tercer mundo.

El hospital Cabral Báez lleva años en reconstrucción y no hay forma de que se termine, mientras que el Estrella Ureña parece más un campo de concentración que un centro médico, cuyas consecuencias son la puesta en peligro de la vida de los que allí van en busca de asistencia de  cualquier dolencia.

Estos hospitales, muchos de los cuales son usados para fines que no tienen nada que ver con la salud, como fraudes en contra de empresas victimas de demandas laborales, ya que se presentan reportes a jueces de personas que supuestamente  por estar internas allí no pueden acudir a una audiencia, convirtiéndose en una forma de justificar cualquier inasistencia a un tribunal para no tener que ofrecer sus testimonios, presentan un cuadro deprimente y acudir a ellos es igual que recurrir a un suicidio.

Los centros asistenciales hoy son un referente más que suficiente de como caminan las instituciones del sector público, cuya principal manifestación es un estado de abandono que manda madre y los mismos están prácticamente inundados por los que buscan vivir sin trabajar a la sombra del Estado.

La realidad es que los hospitales no han podido escapar de la política asistencialista y clientelar que carcome el Estado, donde hay cientos de empleados que no rinden ninguna labor y esos recursos invertidos en vagos muy bien podrían servir para dotar de medicamentos a muchos centros asistenciales donde no se encuentra ni una aspirina.

El problema tiene tal alcance que todo el que acude a un hospital se le ve como a una persona que no tiene a quien le duela y en consecuencia cuando hay un resultado fatal tal vez por impericia medica los familiares son engañados con informes que no se corresponde con la verdad, cuya capacidad económica no les permite pagar para determinar la causa, por ejemplo, de un fallecimiento.

Todavía está presente en la memoria de la gente la tragedia ocurrida en la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia de la capital dominicana, donde murieron docenas de parturientas por ponerles mal la anestesia, pero cuando los familiares preguntaban la causa del fallecimiento siempre era atribuido a un ataque clan.

Igual situación ha sido denunciada en el hospital infantil Robert Reed Cabral, donde se han producido más de treinta fallecimientos de niños afectados de dengues, pero  en ese centro asistencial, siempre de acuerdo a lo trascendido, impera un código del silencio entre el personal médico sobre la irregular situación.

Sería prácticamente imposible poder describir las irregularidades que hoy arropan al sector salud en la República Dominicana, pero la realidad no es tan difícil de ver, principalmente, si se acude en busca de algún servicio a los hospitales pertenecientes al sistema nacional de salud.

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