La invasión de Rusia a Ucrania no es el primer caso en que los intereses de las diferentes potencias que se mueven en el escenario mundial impactan negativamente la economía de los países del llamado tercer mundo.
Recientemente se pudo ver el egoísmo y el individualismo de las diferentes potencias que buscan el control del planeta con el surgimiento de la pandemia de la Covid-19, que ha matado cerca de seis millones de personas en el mundo, las cuales monopolizaron la comercialización de las diferentes vacunas contra la enfermedad.
El egoísmo y el individualismo no sólo se observó por parte de los Estados Unidos, sino también de China que, aunque no se negó a comercializar su vacuna, pero aprovechó la circunstancia para ganar mucho dinero, porque vendió la suya macho más cara que las demás.
Ahora con la guerra de Ucrania todas estas potencias se benefician con mejores negocios de su petróleo y su gas, como pasa por ejemplo con Rusia, cuya nación suple de estos productos naturales a prácticamente toda Europa, desde Alemania hasta países de economías más vulnerables.
En este juego bélico también interviene otro elemento y es el que se refiere a la comercialización de armas, cuyo renglón es fundamental en la economía de los Estados Unidos, por lo que se debe colegir que las potencias que se baten en una guerra sin cuartel en el planeta ganan de cualquier manera que ocurran las cosas.
Sin embargo, las naciones de economías dependientes y débiles, que además no cuentan con riquezas petroleras ni con una industria armamentista, sufren las consecuencias de la guerra con un impacto que crea serios trastornos a su gente a través de la inflación y de otros fenómenos de la economía.
Apenas se ha iniciado la guerra en Ucrania y ya las consecuencias se sienten con suficiente preocupación de países, aunque territorialmente muy lejos de la confrontación armada, pero golpeados muy de cerca por los impactos económicos.
Falta ver cual es el curso de la guerra iniciada este jueves en Ucrania, pero de lo que sí todo el mundo tiene que estar seguro es de que la principal víctima será esta nación escenario de la confrontación armada y muchas otras que recibirán en el curso de los días el alza de todos los derivados del petróleo y de los productos de la dieta diaria.
Los ataques y las justificaciones sobran por parte de las superpotencias involucradas en la guerra desatada en Ucrania, en la que China tampoco está al margen porque en su lucha en contra de los Estados Unidos también tiene su papel que jugar.
Ahora sólo queda pedir a las superpotencias tener un poco de sensibilidad con los países que son obligados a jugar un papel de acción o de omisión en una guerra que tiene diferentes formas de expresarse como ya se explicó más arriba y en la que menos cuenta el dolor y el sufrimiento que causa en los demás.
En la confrontación entre las superpotencias no hay ninguna que pueda tirar la primera piedra, porque todas sólo piensan en sus intereses geopolíticos y muy poco les importa los demás, los que realmente sufren con su intransigencia y poca sensibilidad.