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Los médicos: Héroes y víctimas al propio tiempo  del Covid-19 y de la precariedad del sistema sanitario nacional. – La Republica Online

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Los médicos: Héroes y víctimas al propio tiempo  del Covid-19 y de la precariedad del sistema sanitario nacional.

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Por Elba García

La Medicina es una carrera que tiene de las mayores exigencias de todas las académicas, ya que el que la escoje tiene que hacer tantos sacrificios que sólo una gran vocación mantiene en esos estudios a los que finalmente se convierten en profesionales de las ciencias médicas.

A partir de su salida de las universidades asumen una responsabilidad que no es comparable con ninguna otra carrera profesional, porque su misión es preservar vidas, cuyo amor por los demás es el motor propulsor de una labor que requiere también una permanente actualización de las nuevas patologías que periódicamente surgen en el mundo.

El médico independientemente  del que se descarrila, tiene que focalizarse en siempre encontrar o dar la receta para que el que está confinado en su lecho se levante y se vuelva productivo y útil en el conglomerado social donde se desenvuelve.

Sin importar en que lugar del mundo se encuentre el que escoge la carrera de Medicina se enfrenta y tiene el mismo propósito de preservar la vida del que se ha enfermado, que en el curso del tiempo es un fenómeno que alcanzará a todo el nacido sobre la tierra.

El lenguaje en cualquier parte del planeta es el mismo, porque el cuerpo humano es exactamente igual sin importar el color de la piel, el peso, el idioma y cualquier otra particularidad de los hombres y mujeres que habitan el mundo, sólo que el diagnóstico y la receta están determinadas por un asunto orgánico y de la enfermedad tratada.

El coronavirus ha puesto a prueba el amor y la pasión por la Medicina,  que sólo garantiza la vocación, porque no todo el mundo está preparado para estar apegado a ella cuando hay grandes dificultades y precariedades en el terreno donde se deben aplicar los conocimientos que proporciona la profesión.

El médico está obligado en cualquier del mundo donde se encuentre a darlo todo para que la vida del paciente sea preservada, porque de no ser así se pierde la confianza para que el enfermo y la sociedad  se ponga en sus manos.

En tal virtud, la diferencia entre un médico de un país desarrollado y de otro sub-desarrollado probablemente sea la tecnología y los buenos salarios, porque el que ejerce la carrera en las naciones de economías del primer y segundo mundo tiene la posibilidad de manejarse en medio de la abundancia y miles de facilidades, incluida la tecnológica.

En cambio, los que tienen la desdicha de ser médicos en naciones del tercer mundo tienen que hacer muchos más sacrificios, porque deben diagnosticar al ojo por la falta de tecnologías,  amén de que reciben salarios indignantes y las posibilidades de mantener su credibilidad en alto se hace mucho más difícil.

Este último es el cuadro que viven los médicos dominicanos, donde la pandemia ha impactado muy fuerte, quizás mucho más severamente que en cualquier otro país latinoamericano, ya que el nivel de letalidad llega a un cinco por ciento, que es el tope señalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los galenos criollos aparte de que tienen que confrontar el coronavirus sin los utensilios requeridos a nivel internacional, cuyo nivel de contagio es sumamente alto, registrándose en el país alrededor de 70 médicos con la infección, 68 para ser exacto, porque deben atender los pacientes con síntomas de la enfermedad  sin mascarillas ni guantes, así como sin  las batas que manda el protocolo dispuesto  por las organizaciones de la salud de carácter mundial

Los perfiles que se han podido establecer del sistema de salud de la República Dominicana es que está totalmente colapsado, no por la llegada de la pandemia, sino por la falta de planificación y de la inversión que requiere a partir  del Producto Interno Bruto, aunque esto tampoco sea una garantía de un funcionamiento eficiente del sector, ya que la corrupción se traga cualquier cantidad de dinero que se destine a curar a la gente, porque el problema nacional radica en la inexistencia del Estado, lo cual es medible a través de la educación, la cual a pesar del 4 por ciento todavía es una de las peores del mundo.

Frente al cuadro descrito se puede colegir que los médicos dominicanos son los grandes héroes ante el ataque de la pandemia y al propio tiempo las victimas de un sistema sanitario deficiente y en incapacidad de afrontar una enfermedad tan severa que se lleva de paro a todo el que se le pone por delante, cuyas víctimas hablan por sí solas.

El médico es el único profesional académico  que tiene la sagrada misión de preservar vidas, después de la cual no hay absolutamente nada por encima de ella, ya que cuando llega la muerte no hay fortuna que valga ni ninguna propiedad material, las cuales sólo dejan regularmente una confrontación entre los herederos que no termina nunca.

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