El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se formó como una organización que se planteaba la solución de los grandes problemas que afectan a la nación.
Su disciplina fue una réplica de las Fuerzas Armadas y de la Iglesia Católica, cuyo nivel de lealtad de sus miembros era realmente impresionante.
El profesor Juan Bosch lo definió como un partido leninista, aunque no marxista, pero este líder siempre tuvo una gran preocupación con el comportamiento de la llamada pequeña burguesía.
Tanto fue así que en el seno del PLD no se permitía la exhibición de títulos académicos, como el de médico, ingeniero o abogado, porque Don Juan sabía que esa era una herramienta para imponerse en la dirección de la organización.
La salida de Don Juan del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) también fue por el comportamiento de esa pequeña burguesía insaciable que controlaba al partido del jacho prendío.
En algún momento Don Juan también renunció del PLD porque decía que su organización había sido contaminada con las ambiciones desmedidas de la pequeña burguesía, pero luego fue convencido para que regresara.
El PLD de hoy no se parece en nada a ese partido que muchos consideraron un patrimonio del pueblo dominicano.
El PLD en la actualidad está conformado por dos maquinarias políticas a las que más bien les encaja la definición de corporaciones económicas movidas por la corrupción.
El PLD de hoy lo motoriza el clientelismo y la apetencia desmedida de poder y en consecuencia es un partido que pasó de la centro izquierda a la ultra derecha, porque su definición no está determinada por su discurso, sino por su conducta.
Los partidos de izquierda se mueven por principios, mientras que los de derecha por intereses, en los que los grupos económicos logran apropiarse de todas las riquezas nacionales que pertenecen al Estado sin pagar un sólo centavo.
El PLD de hoy visto desde la perspectiva del pensamiento político y social del profesor Juan Bosch, constituye una negación de los principios y conducta ético- política de su fundador.
El PLD en función de las causas que le dieron origen es una lacra política en un escenario donde ha logrado dañarlo todo, a tal extremo que el presidente Danilo Medina ha perdido, si fue que las tuvo en algún momento, la cordura, la prudencia y la racionalidad de las que debe estar dotado todo jefe de Estado.
A su contrincante Leonel Fernández no le cabe menos de ahí, porque ha sido el artífice de la degeneración moral, no sólo de su partido, sino de toda la sociedad dominicana y principalmente de la colectividad política nacional, con más daños que los causados por el doctor Joaquín Balaguer, que minó los valores democráticos y éticos de la sociedad dominicana.
Así es!