Bomberos decoran con terciopelo rojo el balcón central de la Basílica de San Pedro. EFE
CIUDAD DEL VATICANO, (EFE).- Un total de 115 cardenales procedentes de 50 países se encerrarán a partir de mañana, 12 de marzo, para elegir al 266 papa de la historia de la Iglesia, en el segundo cónclave del tercer milenio que comienza sin un candidato favorito y en medio de la división de los purpurados.
Los cardenales entrarán en la Capilla Sixtina, lugar de la elección, a la que Juan Pablo II llamó «santuario de la teología del cuerpo humano», a las 16.30 horas local (15.30 GMT) y tras las letanía y el canto del «Veni Creator Spiritus», con el que invocarán la ayuda del Espíritu Santo, procederán al juramento por el que se comprometerán a mantener el secreto de todo lo que se diga o haga.
También a defender fervientemente los derechos espirituales y temporales de la Iglesia en caso de salir elegido.
Después, el Maestro de Ceremonias Pontificias, Guido Marini, pronunciará la frase «extra omnes» y todos los ajenos al cónclave saldrán de la capilla. Antes de comenzar a votar está prevista una meditación por parte del anciano cardenal maltés octogenario Prosper Grech, sobre los problemas de la Iglesia y la elección del Papa.
Después se procederá a votar, aunque no es obligatorio en esa primera jornada. No obstante, según el esquema facilitado por el Vaticano ya mañana se procederá a la primera votación y habrá primera «fumata», el humo que anuncia al mundo si hay o no papa. Si hay pontífice es blanco y en caso contrario negro.
El portavoz vaticano, Federico Lombardi, dijo hoy que lo que se espera, como es normal, en esa primera votación es que salga «fumata negra». Si es así, para el miércoles, 13 de marzo, están previstas dos votaciones por la mañana y otras dos por la tarde.
Para ser elegido Papa es necesario alcanzar dos tercios de los votos de los cardenales electores en todas las votaciones. Al ser 115, se necesitarán 77 votos. Benedicto XVI fue elegido el 19 de marzo de 2005 en la cuarta votación; Juan Pablo II el 16 de octubre de 1978 en la octava y Juan Pablo I el 26 de agosto de 1978 en la cuarta.
Sobre cuánto tiempo durará el cónclave, ningún cardenal se atreve a responder, aunque una gran mayoría espera que sea breve. Lombardi resaltó que los últimos cónclaves han durado dos, tres o cuatro días, es decir han sido breves.
Un cónclave que durase muchos más días pondría en evidencia -subrayó- «una situación bloqueada, una falta de consenso, aunque no hay motivos para pensar que se pueda llegar a esa situación».
El cónclave se celebra sin que destaque un candidato fuerte, aunque todas las miradas están puestas en purpurados de iglesias dinámicas y jóvenes, como la africana y la latinoamericana y son muchos los que aseguran que el futuro papa no será italiano, debido al lastre del escándalo «Vatileaks».
Según los observadores vaticanos, hay una fuerte fragmentación en el Colegio Cardenalicio e incluso grupos fuertes, como son tradicionalmente los italianos, están divididos. En los días previos, los «papables» que más suenan son el italiano Angelo Scola, de 71 años, arzobispo de Milán; el brasileño Pedro Odilo Scherer, de 63 años, arzobispo de Sao Paulo; el canadiense Marc Ouellet, de 69 años, y el arzobispo de Boston, el capuchino Sean O’Malley.
Este martes por la mañana, antes del ingreso en la capilla Sixtina, los cardenales concelebrarán a las diez (09.00 GMT) en la basílica de San Pedro la misa votiva «Pro eligendo Pontifice».
La oficiará el cardenal decano, Angelo Sodano, que al tener 85 años, no podrá entrar en la Sixtina y tampoco podrá preguntar al elegido si acepta ser papa. Tampoco podrá hacerlo el vicedecano, el cardenal francés Roger Etchegary, que también es octogenario.
El turno pasará al cardenal Giovanni Battista Re, que si es elector. Durante el cónclave, los cardenales se alojarán en la Residencia Santa Marta, dentro del Vaticano, desde la que serán trasladados todos los días hasta la Capilla Sixtina.
La distancia es de un kilómetro y los purpurados que lo desean la podrán hacer a pie, los otros serán llevados en autobús.
El Vaticano garantizará que durante el cónclave estarán aislados, para ello no se permitirá a nadie que se les acerque y las zonas por donde pasen, entre ellas los accesos al patio de San Dámaso, que lleva a la Capilla Sixtina, estarán precintados.
En la Sixtina todo está ya a punto: las doce mesas en las que se sentarán los 115 cardenales, la mesa donde se recogerán las papeletas, el atril con el Evangelio donde jurarán los cardenales y la estufa desde la que saldrán las «fumatas».
Para garantizar el secretismo, especialistas de la Gendarmería Vaticana han hecho estrictos controles para que en la capilla no sean instalados medios audiovisuales de grabación y trasmisión exterior, como establece la normativa vaticana. Poco antes de que comience el cónclave se hará un «barrido electrónico» para garantizar la incomunicación de los purpurados con el exterior.