Periodismo Interpretativo

Martí, Máximo Gómez y Fidel

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En Cien Horas con Fidel , el líder de la revolución cubana habla de Máximo Gómez  y de Francis Caamaño con profusión y certeza histórica. Es actualmente el libro más leído en Cuba. Y es un trabajo de  fondo.

Las primeras preguntas que le hace Ramonet a Fidel Castro en el primer capítulo del libro, del cual se tomó un fragmento- se relacionan con la guerra de independencia cubana en la que tiene una participación muy destacada el dominicano Máximo Gómez en su condición de jefe del ejército libertador.

Ramonet cuestiona a Fidel

¿Esa guerra, sus tácticas, sus técnicas de guerrilla, le sirvieron a usted de modelo en la Sierra Maestra después de 1956?

  En la guerra de 1895 a 1898, los cubanos se enfrentaban a más de 300 mil combatientes españoles, entre soldados y criollos.

 Fue una guerra tremenda, el Vietnam del siglo XIX. Y tenían que realizar una guerra irregular. Era una vieja concepción en aquella época, había que invadir las zonas ricas de Occidente. Ellos iban quemándolo todo. En eso nosotros fuimos diferentes, porque hicimos una pequeña innovación: no destruir ningún central azucarero.

Si tú destruyes esa industria, no tienes oportunidad de cobrar impuestos, ni de comprar suministros, y a veces hasta balas, armas, o emboscar una tropa que se mueve para cuidar la industria.

 Nosotros usamos otra concepción. La de aquellos combatientes, en 1895, era la tea, lo quemaban todo, caña y fábrica de azúcar. Así quemaron todos los centrales de un extremo a otro de la isla, porque del dinero del azúcar salían los fondos que financiaban la guerra, porque esta colonia le suministraba a España infinidad de recursos como principal exportadora del azúcar, la exportaban a Estados Unidos a Europa, dondequiera, y la concepción de aquellos combatientes era destruir todo eso.

Entonces, bueno, lo que nosotros hicimos fue no quemar los centrales azucareros y cobrar el impuesto cuando pudimos cobrarlo, Al final, cobramos tantos impuestos que cuando se acabó la guerra teníamos  como 8 millones de dólares en efectivo, algunos acabaron de pagar después, pero estaban pagando.

 ¿En la guerra de 1895, hay rivalidades entre Martí y los otros jefes, Maceo o Máximo Gómez?

 Toda la  odisea de la preparación y del comienzo de esa guerra la describe Martí. Escribía en su diario.. Fue una maravilla lo que escribió. Y es necesario que le añada esto: al considerar Maceo que no eran suficientes los pocos fondos que le enviaban para desembarcar en Cuba, Martí se ve en la necesidad de asignar la tarea a otro jefe para organizar la expedición con los recursos disponibles. Maceo viene de esa forma. Era  el más destacado jefe, el de mayor experiencia, el más prestigioso; desembarca, como le dije, por Baracoa, en condiciones muy difíciles; y se pone a la cabeza de miles de hombres. Sobre el terreno, él es quien controla la situación. Entonces llegan Máximo Gómez y Martí al campamento. Maceo los recibe, pero eran casi unos invitados. Hay un momento, y lo escribe Martí en su diario, en que Maceo se siente amargado. El primer día que llegaron duermen fuera del campamento, después entran y discuten, y parece que fueron agrias las discusiones. Martí cuenta que Maceo se queja de cómo lo habían tratado. Todavía le quedaba un poquito de disgusto.

 Pero finalmente Maceo acata la decisión. Era un hombre honesto, brillante, noble y disciplinado, y lo siguió siendo todo el tiempo.

¿Martí participaba en la lucha¿ ¿Cómo intelectual, tenía alguna experiencia del combate militar¿

Eso dio lugar a discusiones. A los pocos días de que salieron del campamento de Maceo, ya en mayo, el 19 de mayo, de 1895, se produce un combate sorpresivo, una columna española se mueve y tiene un encuentro, no muy lejos de donde está Martí. Máximo Gómez, con cierta autoridad militar, le dice a Martí: “No, usted se queda aquí”. Un hábito de los militares, que cuando hay un civil le dicen: “Mire, usted no sabe nada de esto, quédese ahí”. A mí me pasó en Bogotá en 1948.

 En 1948, cuando mataron a Gaitán.

 Si, a mí también me dijeron: No, usted aquí. Eran militares cubanos en el Consulado, en cuya entrada se produjo un tiroteo. Pero esa es otra historia.

 La gente recibía a Martí con mucha simpatía, lo llamaban presidente: ¡Viva el presidente. ¡Viva Martí1” El hablaba con la gente, lo conocían mucho, él había organizado todo aquello, y  lo llamaban presidente, no había otro.

¿Y eso no le disgustaba a Máximo Gómez?

No es eso. El general en jefe, de origen dominicano, que era Máximo Gómez, era un hombre honorable, maravilloso, pero de mucho rigor, disciplina y mal genio…Y él decía: “No me le llamen- como temiendo que le echaran a perder a Martí- presidente; mientras yo viva, Martí nunca será presidente. Pero lo dice porque no tiene muy buena opinión del cargo de presidente y de los presidentes. El veía a Martí con una pureza especial.

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