Choques entre etnias budistas y musulmanas agudizan el conflicto (Foto: EFE)
Más de 100 musulmanes rohingya han muerto a causa de una reciente ola de violencia sectaria en el estado occidental de Rakhine, en Birmania, incrementando la tensión en este país asiático y provocando numerosos desplazamientos dentro de la comunidad islámica hacia campamentos de refugiados improvisados en la capital regional de Sittwe.
El vicepresidente del Partido Nacional Democrático para el Desarrollo de esta nación, Hla Thein, confirmó que más de un centenar de personas han perdido la vida durante la última semana, debido a los violentos enfrentamientos entre extremistas budistas y los rohingyas.
La violencia se intensificó el domingo y alcanzó su punto máximo la noche del martes con decenas de muertos, aunque los asesinatos no han dejado de perpetrarse día tras día, sumado a la destrucción de unas dos mil casas y los cientos de heridos contabilizados.
Este jueves, el coordinador humanitario de las Naciones Unidas (ONU) en Myanmar (como también es conocida Birmania), Ashok Nigam, emitió una declaración oficial llamando a la calma.
«La ONU está profundamente preocupada por los informes sobre el resurgimiento del conflicto entre las comunidades religiosas en varias áreas en el estado de Rakhine, desencadenando numerosas muertes obligando a miles de personas a huir de sus hogares», aseveró..
En ese sentido, Nigam hizo un llamado al establecimiento inmediato de «un acceso al diálogo y sin condiciones” a todas las comunidades del país, de conformidad con los principios humanitarios internacionales.
«Exhortamos a trabajar por medidas humanitarias y acciones pacíficas que conlleven a las soluciones que se necesitan con urgencia para hacer frente a las causas profundas del conflicto», manifestó el funcionario.
Adicionalmente, la ONU advirtió que «las reformas y la apertura del proceso de paz, que actualmente son perseguidas por el Gobierno, probablemente estén en peligro, si los disturbios no se detienen”.
Sobre este particular, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, enfatizó, a través de un comunicado, que “los ataques violentos, las amenazas dirigidas y la retórica extremista debe ser detenida» lo antes posible.
Según medios locales, fuerzas del Ejército nacional presuntamente dotaron a los budistas con contenedores de gasolina, y estos últimos prendieron fuego a las casas de los aldeanos musulmanes, obligándolos a huir de sus hogares.
El gobierno birmano, de mayoría budista, se niega a reconocer los rohingyas y los ha clasificado como inmigrantes ilegales, a pesar de ser descendientes de musulmanes persas, turcos y bengalíes que arribaron al país siglos atrás.