Miles de ciudadanos, políticos e intelectuales manifestaron su rechazo a la Reforma Energética propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto. El excandidato presidencial Andrés López Obrador calificó la iniciativa como «un vil atraco» a los hidrocarburos de la nación.
Miles de méxicanos marchan en contra de la reforma energética. (Foto: @jenarovillasmil)
Al menos 30 mil mexicanos salieron a las calles de Ciudad de México (capital), en defensa de la soberanía energética en ese país y en rechazo a la Reforma Energética propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto, que permitiría la inversión privada en el campo de los hidrocarburos, especialmente en la petrolera Pemex.
El excandidato presidencial Andrés López Obrador calificó la iniciativa como «un vil atraco» a los hidrocarburos de la nación.
Políticos e intelectuales como Manuel Bartlett, la escritora Elena Poniatowska, Javier Jiménez Espriú, Ricardo Monreal, Alberto Anaya, Mario Delgado, el ex senador Carlos Payán y Layda Sansores, marcharon y respaldaron a López Obrador en su rechazo a la iniciativa.
Durante su discurso, López Obrador y dirigentes del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), insistieron en que «la privatización de Pemex no es la solución, es el problema» de la poca competitividad petrolera del país.
Aunque la Reforma Energética se ha planteado como la alternativa para lograr que México recupere su competitividad en el campo de los hidrocarburos; la iniciativa ha encontrado una masiva cantidad de detractores que la consideran ineficiente e incluso incompleta.
Según el Gobierno, las ofertas conjuntas tienen por objeto «aprovechar» el capital extranjero y la tecnología para «reactivar» la producción de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), que sufre una fuerte caída de producción en los últimos años; no obstante, gran parte de los ciudadanos no piensan lo mismo.
Al presentar la iniciativa, Peña Nieto sostuvo que «el petróleo y los demás hidrocarburos continuarán como patrimonio exclusivo de la Nación» y Pemex seguirá siendo una empresa «100 por ciento propiedad de la Nación».
Encuestas han revelado que para los mexicanos el permitir la entrada de capital externo a Pemex significa la privatización de la empresa, algo con lo que la mayoría no está de acuerdo, pues consideran a la institución un símbolo de soberanía y orgullo nacional.