De portada
Mientras la pandemia avanza el mayor recurso del Estado es la entrega de médicos y enfermeras.
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Por Elba García
Nadie niega que los médicos y las enfermeras es el ejército de soldados mejor armado para contrarrestar la Covid-19, algunos de los cuales lo hacen por amor a su profesión y por su profunda vocación, mientras que otros porque necesitan mantener su trabajo y los ingresos necesarios para mantener a los suyos.
Las noticias sobre la pandemia no paran, cada hora, cada minuto, cada segundo, pero de igual modo los profesionales de la salud trabajan sin tregua para lograr vencer un virus que es como un fantasma que está presente en todas partes, aunque no se vea a simple vista.
Lo propio habría que decir de los laboratorios que han trabajado a una velocidad impresionante para detener una de las pandemias más contagiosa y letal que haya afectado el mundo.
Es conmovedor escuchar un médico decir que fue contagiado con el virus pero que ya con su recuperación está listo para volver al campo de batalla que en este caso se trata de los hospitales donde son atendidos los afectados por el Covid-19.
Algún día, cuando la enfermedad haya sido vencida, llegará el momento del gran homenaje a los médicos, enfermeras y todo el personal de salud del mundo que han sido los grandes protagonistas de una guerra en contra de un fantasma que cuando da mata y cuando no deja huellas no superables durante toda la vida.
Los ataques de la pandemia no se detienen, pero mucho menos de los que han decidido defender y proteger a los que son impactados por esta enfermedad, que no son otros que los médicos, enfermeras y todo el personal de salud de los centros asistenciales del mundo.