Cada año los medios de comunicación aprovechan la Semana Santa para preconizar a los dominicanos que se acojan a las enseñanzas del pasaje y pasión de Jesucristo.
Es como si repitiéramos la misma recomendación, pero que por el aumento de la escogencia por la mayoría del camino que se contrapone con este mensaje, lo pedido siempre se queda en una aspiración que termina en una dirección contraria.
Los malos tiempos que hoy sufre la sociedad dominicana impone ser reiterativo en la necesidad del recogimiento y la reflexión a nivel familiar, social e incluso político.
Hoy somos un país desgarrado por la violencia y la delincuencia, no sólo a nivel del raterismo, sino también de la de cuello blanco, cuya realidad en una buena medida es responsabilidad de gobernantes y gobernados por la forma en que los primeros asumen sus funciones públicas y por la irresponsabilidad en que los segundos manejan su ciudadanía.
Cada Semana Santa sólo estamos a la espera de la cantidad de personas fallecidas por los días de asueto, cuyas consecuencias están directamente relacionadas con el alcohol ingerido y la imprudencia prevaleciente en calles, avenidas y carreteras del país.
Esta irracionalidad no disminuye si nisiquiera en el día más sagrado de la Semana Mayor como lo es el Viernes Santo, lo cual nos indica que el recogimiento que prevalecía hace décadas ya hoy es sólo parte del recuerdo.
Los tiempos complicados que vivimos no tienen nada que ver con modernidad ni nada que se parezca, sino con una profunda crisis de valores donde la religiosidad y la reflexión es lo que menos importa.
Hagamos el ejemplo durante la presente Semana Santa para que nuestros hijos y nietos asuman con suficiente carácter y profundidad los días de asueto por la Semana Santa, a fin de que los mismos no estén marcados por la bebentina y la conducta desordenada.
Abogamos por días de paz y armonía para toda nuestra gente y por la reconstrucción de la nación, donde nuestros jóvenes revisen el camino escogido de no honrar el ejemplo de sus antepasados, quienes exhibieron conducta de maderamiento, hermandad, solidaridad y reciprocidad.
Acojámonos al sacrificio de Jesucristo, salvador de la humanidad.