Momentos muy peligrosos para la democracia y la sociedad dominicanas.

Aunque todavía falta mucho tiempo para que la gente acuda a las urnas, pero lo cierto es que el cuadro que se proyecta para esa fecha luce muy preocupante.

Esto así, porque el sistema de partidos está sumergido en la peor de su crisis de credibilidad, ya que sus acciones desde el Gobierno no han sido para menos.

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) muy difícilmente pueda recomponerse en los próximos 20 años, si es que así pudiera ocurrir.

Por su parte, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) es una especie de crápula del escenario político nacional, una verdadera vergüenza y no ocurre algo menos con el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).

La Fuerza del Pueblo de Leonel Fernández no parece que pueda abrir un nicho para que el expresidente regrese al poder, porque ese es un nido de gente que tiene grandes deudas económicas con el pueblo dominicano.

En lo que respecta a los partidos pequeños, no pasan de ser ventorrillos que sólo sirven como bisagras para que los grandes puedan encamararse en la cima del poder.

Además, estos partidos pequeños, de izquierda y de derecha, están llenos de ¨¨vividores¨¨ que no tienen la delicadeza ni de explicar qué hacen con los fondos que les entrega la Junta Central Electoral (JCE), los cuales se los reparten entre dos o tres dirigentes sin rendirle cuenta a nadie.

Así está de podrido el sistema de partidos de la República Dominicana, mientras que el de gobierno, el Revolucionario Moderno, es una expresión de la irresponsabilidad, la falta de propósitos claros, de ética y de moral que afectan de manera liquidadora a la sociedad dominicana.

Por esta razón, la sociedad atraviesa por un trance más que preocupante, porque no hay forma de fortalecer la democracia sin un sistema de partidos creíble y confiable.

Todo queda a la opción del ciudadano que al final de la jornada es el responsable de producir los cambios que se deben generar en la sociedad.

Frente a esta crisis en el sistema de partidos, las equivocaciones del votante no tienen cabida, por lo que con tiempo se debe pensar cuál podría ser la salida a una crisis que tiene connotaciones muy peligrosas para la propia preservación de la nación.