EFE
MONTEVIDEO. La izquierda en América Latina enfrenta un mal momento pero el ciclo progresista no ha finalizado: puede resurgir con fuerza si mejora y aprende de sus propios errores. Ésa podría ser la conclusión de una extensa mesa redonda celebrada el viernes en Montevideo y en la que participaron el expresidente uruguayo José Mujica, su colega brasileña Dilma Rousseff y el actual vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, además de Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo.
“Yo entiendo que la izquierda en América Latina tiene que luchar por renovar su pensamiento”, dijo Mujica ante una multitud que colmó el auditorio de la municipalidad de Montevideo y varias salas contiguas a las que se retransmitió la mesa redonda por circuito cerrado de televisión.
Como parte de esa renovación, el expresidente uruguayo y hoy senador sostuvo que las fuerzas de izquierda deben preocuparse por la vida cotidiana de la gente, procurando que cada persona tenga más tiempo para sí misma. Reclamó, por ejemplo, un mejor diseño urbanístico para que los trabajadores no pierdan horas de su vida en ir y volver de sus empleos.
“La izquierda tiene que incorporar la lucha por la felicidad humana y no solo la lucha por el desarrollo”, sostuvo.
Mujica coincidió con García Linera en que el progresismo latinoamericano debe superar fenómenos de corrupción que han minado sus gobiernos.
“No se puede criticar a los burgueses y vivir como un burgués”, afirmó Mujica sin señalar a quién se estaba refiriendo, afirmación que provocó una ovación de los presentes.
García Linera dijo que caer en la corrupción es una desgracia más grave que perder una elección, “porque es una derrota moral que a la izquierda le va a demorar décadas superar”, y sostuvo que los gobiernos izquierdistas deben asumir que un buen manejo de la economía es ineludible.
“Si la economía falla, la política falla. Si la economía va bien, la política puede ir bien”, afirmó.
García Linera remarcó que en la última década la vida en América Latina mejoró gracias a los gobiernos progresistas: señaló que los pobres cayeron de 210 a 140 millones, lo que supuso que 70 millones dejaran de preocuparse por su sustento diario. También remarcó que entre 2000 y 2015 el gasto social continental pasó del 10 al 15% del PBI.
“Pero hoy no es un buen momento para la izquierda y hay que decirlo”, manifestó. “Las cosas no están como hace cinco años, pero no es cierto que el ciclo progresista se haya acabado. La izquierda tiene que volver a levantar las banderas de la justicia social y la igualdad”, agregó. “Mientras haya injusticia y desigualdad en el continente, la izquierda tiene futuro”.
El discurso menos autocrítico fue el de Rousseff, quien fue presentada una y otra vez como presidenta de Brasil y se declaró víctima de un golpe de estado.
El panel cerró un congreso continental de la Asociación Latinoamericana de Sociología y fue organizado en conjunto por esa institución y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).