EFE
TOKIO. Nagasaki conmemoró ayer el 72 aniversario del lanzamiento sobre esta ciudad japonesa de la bomba atómica con un llamamiento para que los líderes mundiales secunden el primer tratado de prohibición de armas nucleares aprobado en julio.
La urbe portuaria recordó la efeméride en una ceremonia celebrada en su Parque de la Paz, que tuvo su momento central en un minuto de silencio que se guardó a las 11.02 (02.02 GMT), la hora exacta en que la bomba “Fat man” estalló sobre la ciudad.
Tras el acto en memoria de las víctimas, el alcalde de Nagasaki, Tomihisa Taue, pronunció un discurso marcado por el hecho de que el primer tratado de prohibición de armas nucleares, secundado por 122 miembros de Naciones Unidas, no incluya a ninguna potencia atómica ni a muchos de sus aliados, entre ellos Japón.
En sus palabras pronunciadas frente al primer ministro Shinzo Abe y representantes de 58 países y naciones, Taue reprochó la negativa del Ejecutivo japonés a adherirse al primer acuerdo que prohíbe este tipo de bombas legalmente e pidió que Japón se una sin dilación.
“Nagasaki debe ser el último lugar en sufrir el ataque de una bomba atómica”, dijo Taue, quien instó a la oomunidad internacional a empezar a adoptar políticas específicas para lograr un mundo libre de armas nucleares.
El alcalde de la ciudad nipona también invitó a todos a viajar hasta allí para que vean por sí mismos qué ocurrió y concienciarse sobre los efectos de este arma.
“Cada rincón de la ciudad era un paisaje del infierno”, declaró Taue, quien elogió la labor de los supervivientes, los “hibakusha”, que “muestran sus cicatrices” y “dan lo mejor de sí para expandir el mensaje” antinuclear.
Por su parte, el primer ministro Abe destacó la responsabilidad de Japón, como único país en sufrir un ataque nuclear, para liderar la búsqueda de un mundo sin armas nucleares.
Estados Unidos lanzó la primera bomba nuclear de la historia sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y tres días después una segunda bomba, y la última hasta la fecha, sobre Nagasaki, lo que desembocó en la capitulación de Japón el 15 de agosto y puso fin a la II Guerra Mundial.
Se estima que más de 74.000 personas perecieron en el acto y otras 63.000 murieron posteriormente por la radiación y las heridas causadas por la explosión, que barrió del mapa la tercera parte de Nagasaki y prácticamente la totalidad de su área industrial.
En marzo, el número total de “hibakusha”, los supervivientes de los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki, ascendían a 164.621, poco más de la mitad de los 372.264 que había en 1980, y su edad media se elevaba a los 81,41 años.